Pedro
Juan Martínez Benítez Por Bibiana Hernández Suarez Es
actualmente en el 2018 el portaterrense de mayor edad. Todos lo llaman Pedrito cariñosamente.
Él siempre afirma que es de Puerta de Tierra de pura cepa, pero de los
de verdad, de los de antes. Nació en el mangle mismo, en el área donde
luego construyeron la Waterman. Su padre era de Caimito, muellero, de
nombre Vidal Martínez Trinidad. Su mamá era Belén Benítez Carmona,
cagüeña y ama de casa. Cuando ambos se casaron vinieron a vivir a
Puerta de Tierra y entonces nació Pedrito, el 12 de marzo de 1927. Es
el menor después de sus tres hermanas, hoy todas con Dios. Estudió en
el Colegio San Agustín. De niño se entretenía construyendo objetos
con madera del país hasta que se fue convirtiendo en artesano
aficionado. Aún conserva un galeón construido por él hace muchos años,
y un pequeño arca redondo que el Señor Jesús le mostró en un sueño
y Pedrito realizó. A los trece años llegó a construir una yola que
quedó tan bien hecha que su papá la vendió a un pescador de la Coal,
y cuando Pedrito llegó de la escuela no la encontró, pero sí recibió
parte del dinero de la venta. Nunca se casó ni tuvo hijos, y en la época
de la guerra de Corea estuvo en el ejército, llegando a PFC (Private
First Class). Durante su servicio militar estuvo en Buchanan, Juana Díaz
y Cayey. Siete veces lo fueron a enviar al frente de guerra pero los
altos mandos en los campamentos en que Pedrito estuvo nunca lo
permitieron, por lo cual él siempre se muestra agradecido de Dios,
siendo como es, un hombre muy creyente. Cuando lo licenciaron, la
escuela Baldorioty impartía el curso comercial y el diploma de cuarto año,
por lo cual Pedrito se puso a estudiar y, por haber pertenecido al ejército,
él y también su mamá, ya viuda, ambos recibían ingresos económicos
durante el período que duraron los estudios. Al graduarse, Pedrito
laboró como oficinista. Este
vigoroso caballero afroboricua tiene en su memoria decenas de recuerdos
del barrio del ayer, pero no le gustan las entrevistas. No obstante, nos
concedió el privilegio de indicarnos su pensar sobre Puerta de Tierra:
“Pues yo te voy a decir una cosa, yo recuerdo el barrio desde que era
mangle, porque ahí nací yo. Lo más que me gustaba era ir al cine a
ver bailar a Resortes. Estaba el cine Lara aquí mismo al lado de Moragón
donde vivo, y el Eureka estaba en la 5. La entrada costaba diecisiete
centavos. Había tanda en la tarde y en la noche. Si no me gustaba lo
que estaban dando en uno, me tiraba pal otro a ver qué tenían.” A
preguntas sobre lo más que le impactó de vivir en Puerta de Tierra,
nos indicó: “Lo que más me impresionó fue cuando lo fueron
desarrollando. Fue bueno ver el cambio que dio el barrio. También
recuerdo el tren y el troli, que costaba cinco chavos, pero ese cambio
no me gustó porque ese sonido de la máquina ya era costumbre y el
troli pasaba y era parte del ambiente.” Gracias,
Pedrito, por ser de nosotros, el roble mayor del barrio. |