Pedro Juan Martínez Benítez

Por Bibiana Hernández Suarez

Fue el puertaterrense de mayor edad. Todos lo llamaban Pedrito cariñosamente. Siempre afirmaba con todo orgullo que era de Puerta de Tierra de pura cepa, pero de los de verdad, de los de antes, por haber nacido el 12 de marzo de 1927 en el área donde luego construyeron la Waterman. Su padre fue don Vidal Martínez Trinidad, natural de Caimito y muellero de oficio. Su mamá fue doña Belén Benítez Carmona, ama de casa natural de Caguas. Pedrito tuvo tres hermanos mayores, Alberta, Plácido y Severina, y una hermana menor, Liduvina. 

Estudió en el Colegio San Agustín y de niño se entretenía construyendo objetos con madera del país hasta convertirse en artesano aficionado. Por muchos años conservó sus artesanías favoritas, un galeón, y un arca “que el Señor Jesús le mostró en un sueño”, según él mismo afirmaba. A los trece años llegó a construir una yola y quedó tan bien hecha que su papá la vendió a un pescador de la Coal, y cuando Pedrito llegó de la escuela no la encontró, pero sí recibió parte del dinero de la venta.


Durante la guerra de Corea, Pedrito estuvo en el ejército, llegando a PFC (Private First Class). Estuvo en Buchanan, Juana Díaz y Cayey, y siete veces lo fueron a enviar al frente de guerra, pero los altos mandos de los campamentos nunca lo permitieron. Por ese motivo, Pedrito, quien era muy creyente, siempre estuvo agradecido de Dios. 

Cuando recibió su licenciamiento militar, tomó la decisión de terminar los estudios que comenzó en el Colegio, ya que la escuela Baldorioty impartía el curso comercial y el diploma de Cuarto Año, y por haber sido soldado, él y su mamá, ya viuda, recibían ingresos mientras estudiaba. Al graduarse, Pedrito laboró como oficinista. 

Este vigoroso caballero afroboricua tenía en su memoria una extensa poesía que mencionaba todos los pueblos de Puerto Rico, además de decenas de recuerdos del barrio del ayer. Sobre Puerta de Tierra, nos indicó: “Pues yo te voy a decir una cosa, yo recuerdo el barrio desde que era mangle, porque ahí nací yo. Lo más que me gustaba era ir al cine a ver bailar a Resortes. Estaba el cine Lara aquí mismo al lado de Moragón donde vivo, y el cine Eureka estaba en la 5. La entrada costaba diecisiete centavos. Había tanda en la tarde y en la noche. Si no me gustaba lo que estaban dando en uno, me tiraba pal otro a ver qué tenían. Lo que más me impresionó fue cuando fueron desarrollando el barrio. Fue bueno ver el cambio. También recuerdo el tren y el trolley, que costaba cinco chavos, pero cuando desaparecieron no me gustó porque ese sonido de la máquina ya era costumbre y el trolley pasaba y era parte del ambiente.”

Pedrito falleció el 29 de mayo de 2024, pero nuestro roble mayor no será olvidado mientras exista Puerta de Tierra.