Sebastián González Febres

Por Bibiana Hernández Suárez

 

El inolvidable comerciante Sebastián González Febres, conocido por todo nuestro barrio como don Seba, se caracterizaba tanto por su seriedad y pocas palabras, como por vender los mejores granos, especias y viandas en su humilde negocio.

Don Seba nació el 26 de septiembre de 1907. Era el tercero de seis hermanos. Estudió en Carolina hasta el sexto grado, y desde muy joven venía a Puerta de Tierra a vender las verduras que compraba en la plaza de Río Piedras. Con el tiempo pudo establecerse en el 306 de la calle San Agustín con su esposa, la carolinense doña Aurelia Encarnación Hiraldo, y sus dos hijos mayores. El matrimonio González Encarnación procreó trece hijos en total, nueve niños y cuatro niñas. Todos estudiaron en el Colegio San Agustín y tres de ellos llegaron a ser baloncelistas famosos.

Juanita, la sexta de los hijos de don Seba, con mucho sentimiento nos dice: “Papá era estricto pero muy bueno. Era muy trabajador. Cada día se levantaba a las cuatro de la mañana. No iba muy a menudo a la iglesia pero siempre nos mandaba a todos nosotros. A los varones les decía que estuvieran en casa a las seis de la tarde, y así lo hacían. De noche en la calle había mujeres y marinos y el ambiente era fuerte, aunque discreto. Ya a las seis papá nos metía para la casa y cerraba. Vivíamos detrás de la tienda, que tenía dos puertas. La de la calle San Agustín para los clientes, y la que daba hacia nuestra vivienda. Él siempre nos decía ‘dime con quién andas y te diré quién eres’. A las niñas nos permitía ir un rato a las Fiestas de Cruz y si tardábamos en volver nos iba a buscar, pero nunca nos regañó delante de la gente. Solamente nos miraba y nos íbamos con él. Siempre tuvo su frente en alto porque éramos pobres pero decentes. Nunca pasamos hambre ni anduvimos descalzos. Nunca le dieron ni una queja de ninguno de nosotros. Papá murió en mis brazos.

De Puerta de Tierra recuerdo mucho las empanadas dulces que un vendedor traía desde Loíza en una caja de cristal con bordes de madera. También recuerdo al señor que llamaban “Julio el Matapuercos”, y las Fiestas de Cruz. No me quejo, soy de Puerta de Tierra y a mucho orgullo. Era el único barrio que tenía tres residenciales”.

Don Seba murió el 4 de octubre de 1983. Pero su recuerdo permanecerá siempre en la historia de nuestro barrio.