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Biografías |
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Marcolina
Martínez Vda. de Fernández Náter
Por
Bibiana Hernández Suárez |
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Frecuentemente
se piensa que todo lo que existe en Puerto Rico surgió con el advenimiento
del E. L. A., pero antes de la existencia de dicho sistema de gobierno hubo
personas que colaboraron con gran dedicación en pro del país, defendiendo a
los pobres, a los niños y niñas, y los derechos de la mujer. Y esa fue la
misión de vida de Marcolina Martínez.
Doña Marcolina Martínez Gómez Viuda de Fernández Náter, llamada
cariñosamente "Marcola", nació en Aguas Buenas el 25 de abril de 1881. Vivía
en su pueblo ocupada en labores domésticas hasta que casi contando ya con
veintiún años contrajo matrimonio con Manuel Fernández Náter, médico
vegabajeño pionero de la radiología en Puerto Rico, especialista en niños y
embarazadas, e hijo del ilustre periodista, poeta, autor y humanista
asturiano criado en Puerto Rico, don Manuel Fernández Juncos.
El doctor Fernández atendía a sus pacientes en su consultorio ubicado en el
Viejo San Juan, en los altos de la Farmacia Guillermety (hoy Puerto Rico
Drug), pero sin embargo su residencia se encontraba radicada en la parada
seis y media de Puerta de Tierra. En un anuncio del Boletín Mercantil de
Puerto Rico del 3 de abril de 1915 se indica que el Dr. Fernández no cobraba
la consulta a sus pacientes pobres. Por tanto es fácil entender que estos
dos seres sencillos y dedicados a servir al prójimo unieran sus destinos. Su
matrimonio le dio la oportunidad a Marcolina de realizar obras humanitarias
por el bienestar del pueblo a través de muchas entidades sociales, junto a
otras mujeres puertorriqueñas con las que compartía ideales y posibilidades.
Así fue como Marcolina fue fundadora y presidenta del grupo El Centavo
Escolar, entidad que creó los primeros comedores escolares en Puerto Rico,
siendo el primero en la isla el de la escuela José Julián Acosta. Fundó
también la Asociación del Comedor Escolar en el pueblo de Cayey y construyó
un edificio para ésta en la escuela Luis M. Rivera. Además, fue presidenta
de la Liga Antituberculosa de Puerto Rico y de El Ropero de los Niños
Pobres.
Entre las diversas entidades de las que Marcolina formo parte, se encuentran
la Asociación Protectora de los Niños Ciegos, la Asociación de Damas
Protectoras del Hospital Municipal, la Asociación del Zapato de los Niños
Pobres, el Comité Ejecutivo de la Cruz Roja Americana -durante la Primera
Guerra Mundial-, el Club Cívico de Damas, la Asociación Protectora de
Mendigos, y la Asociación Insular de Mujeres Votantes, lo cual la convirtió
en una de las más destacadas sufragistas de la isla. Desde finales del siglo
19 se intentó establecer en Puerto Rico una serie de capítulos de logias
femeninas, pero las gestiones fueron infructuosas, ya que tenían corta
duración. Pero en 1913 fueron fundados siete capítulos de logias femeninas:
Juanita (Capítulo 1, San Juan), Aurora del Porvenir (Capítulo 2, Mayagüez),
Esperanza (Capítulo 3, San Germán), Electa (Capítulo 4, Yauco), Caridad
(Capítulo 5, San Juan), Loíza (Capítulo 6, Río Piedras) y Estela de Luz
(Capítulo 7, Cabo Rojo). Unos años después, Marcolina, ya destacada líder
feminista, fue nombrada Gran Matrona del Capítulo 5.
Ya en el siglo XX las puertorriqueñas comenzaron a organizarse en grupos
como la Asociación de Maestros, la Cruz Roja Americana, las Hijas Católicas
de América y la Liga Antituberculosa, para discutir los problemas que
afectaban más directamente a la mujer. Se fundaron revistas puertorriqueñas
sobre temas femeninos y, sobre todo, temas concernientes a la adquisición de
derechos, las desigualdades de género, y la independencia económica. En 1919
se celebró el Primer Congreso de Mujeres Trabajadoras, en el cual se aprobó
una resolución para defender el derecho electoral de las mujeres, y en el
Primer Congreso de Trabajadoras de Puerto Rico hubo varios acuerdos, entre
ellos lograr la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, incluyendo el
derecho al voto.
Y dentro de este panorama en el país se desarrolló Marcolina, quien además
de todo lo ya dicho, también fundó y presidió por mucho tiempo el Hogar
Infantil de Puerta de Tierra, y abrió un hospital en 1916 a causa de una
epidemia de sarampión que causó estragos en nuestro barrio. Este hospital
fue pionero en prestar ayuda a los enfermos hospitalizados y también a los
que se encontraban en sus hogares. Y por medio de la logia organizó
actividades para socorrer a las víctimas del incendio que se originó en el
edificio Infanzón en 1915, plausible actitud que asumió Marcolina como líder
de damas ante tal desgracia, cuando el violento fuego dejó en el desamparo a
cientos de puertaterrenses. Las logias, tanto masculinas como femeninas, se
personaron en el sitio del siniestro para socorrer a las víctimas, quedando
éstos y muchos otros servicios de verdadera nobleza y generosidad plasmados
en los documentos de la época.

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El Hogar Infantil
Foto> Bibiana Hernández |
Marcolina legó al Hogar Infantil un edificio valorado en 35 mil dólares.
Todavía se pueden ver las preciosas losetas sevillanas que forman el
letrero de la entrada del Hogar, detrás de la estación de bomberos de
Puerta de Tierra, mirando hacia el Archivo General. La estructura
entera, ya en ruinas, es recuerdo triste y a la vez positivo del pasado
intenso y caritativo de nuestro barrio, donde decenas de sus niños y
niñas encontraron amor y amparo. Los hijos e hijas de las obreras
recibían atención médica, alimentación adecuada y un ambiente propicio a
su desarrollo físico y mental mientras sus madres ganaban el pan de cada
día.
En 1940 Marcolina vivía en la Avenida Ponce de León # 166, actual
edificio Saldaña, Carvajal y Vélez-Rivé y sede oficial del Consulado de
Dinamarca y Suecia. Esto significa que Marcolina residió en el barrio,
aunque no sabemos por cuánto tiempo. Pero lo importante fue su obra, que
tanto benefició a nuestra comunidad.
Marcolina falleció el 31 de diciembre de 1955, y sus restos descansan en
el cementerio del Viejo San Juan. En una ocasión expresó: "Mientras
llega la hora de hacer, de una manera directa, imponiendo por ley, un
hogar en cada fábrica, es decir, una sala-cuna en cada sitio donde
trabajen mujeres me doy toda al Hogar Infantil, único que podemos
sostener: ¡hay tanto abandono por parte de los padres!". Esta destacada
dama fue y es un gran ejemplo para toda persona que sienta en su mente y
en su corazón el deseo de servir al prójimo a toda costa, con firmeza,
valor y amor.
Mujeres como Marcolina Martínez son precursoras de los grandes valores
de la mujer puertorriqueña en tiempos cuando únicamente los hombres eran
quienes dirigían la política del país. Por eso Puerta de Tierra reconoce
su valiosa aportación en la vida de los puertorriqueños y de los
puertaterrenses.