Rafael Piñeiro
Morales
Por
Bibiana Hernández Suárez
La recordada familia Piñeiro siempre ha sido muy querida en el barrio de Puerta de Tierra. A mediados de los años 20 muchas familias del interior de la isla se trasladaron a nuestro barrio buscando un mejor porvenir, entre ellas los Piñeiro Morales. Don Manuel Piñeiro Rodríguez, maestro panadero natural de Isabela, y doña Francisca Morales Rodríguez, ama de casa natural de Manatí, fueron los padres de Rafael, Manuelito, Ángel, Rubén, Olga, Mirtha, Manuel, Héctor, Carmen Reina y Ricardo.
Rafael, el mayor, nació el 2 de julio de 1929, por comadrona como todos sus hermanos, en el Laberinto de Puerta de Tierra. Estudió en las escuelas Martin Grove Brumbaugh y Dr. José Celso Barbosa, y en la Baldorioty del Viejo San Juan. Posteriormente ingresó en el ejército estadounidense en la rama de los Marines, en la cual estuvo dos años. También participó en la guerra de Corea, donde fue herido en una rodilla y recibió la condecoración de la Medalla del Corazón Púrpura.
Rafael, con mucho cariño y nostalgia, nos cuenta: “A mi regreso del ejército comencé a trabajar en los muelles de Puerta de Tierra y en 1962 me ascendieron a supervisor de warehouse asignado a trailer control en la Waterman, que luego fue la Sea Land. Me retiré en el 1986. Mi recuerdo más preciado del barrio es cuando iba a correr patines el Día de Reyes en el parque Muñoz Rivera. Eso era tradicional para nosotros los del barrio. Nos reuníamos como cien muchachos de Puerta de Tierra, del Viejo San Juan, de Santurce y de Río Piedras. Y si los Reyes no nos traían patines, nos los prestábamos unos a los otros y nadie los rompía ni los robaba ni se quedaba dando vueltas sin devolverlos por más tiempo de la cuenta. Había respeto y confraternidad. Vivo orgulloso de mi barrio. Vivíamos con las puertas abiertas en plena Segunda Guerra Mundial. Hubo mucho atleta, peloteros, músicos como Raphy Leavitt. Éramos humildes pero talentosos, y teníamos una tremenda calidad humana. Todos nos llevábamos muy bien.

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El equipo Caribe, ganador del campeonato de fútbol insular, aparece aquí. Son sus miembros, de izquierda a derecha, de pie: Pocholo (José) Labrador, Félix Seijo, Alberto Dones, Rafael Pineiro, Manuel Piñeiro, Daniel Bloncourt, y Ostburg
Egbert. Arrodillados en el mismo orden: Carlos Bueso, Canena (Gilberto) Fígueroa, Carlos (Caco) Álvarez, Ángel Piñeiro y Rubén Piñeiro. |
Fui
parte, junto a mis hermanos Manolo, Rubén y Ángel, del gran equipo
de balompié Caribe Fútbol Club de Puerta de Tierra. No siempre ganábamos, pero competíamos. Competimos en el Torneo Preolímpico, y también con la Selección Nacional en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Colombia 1948, en Venezuela 1959 y en Jamaica 1962. Jugamos también con los Caribes en el Campeonato de Liga de 1947, con Río Piedras en 1948 y con los Arqueros Verdes en 1949, ganando el Campeonato de Liga de ese año, y con Santurce de 1949 a 1951. En 1955 los Caribes fuimos proclamados Campeones del Torneo Cuadrangular (Copa Comercial García 1956), y continuamos jugando hasta el 1962. Los Piñeiro fuimos exaltados a la Galería de Inmortales del Fútbol Puertorriqueño en el 2013.
Rafael está felizmente casado, por sesenta y cinco años ya, con la Sra. Georgina de Piñeiro, nacida y criada en la Parada 5 de Puerta de Tierra, de profesión oficial administrativa del U. S. Geological Survey del gobierno federal, e hija de quien fuera el secretario de la UTM (Unión de Trabajadores de los Muelles). El matrimonio Piñeiro Miranda tiene tres hijos y una hija, tres nietos y dos nietas, seis bisnietos y 2 bisnietas, y también son tatarabuelos de una niña y dos niños. Georgina recuerda con mucho cariño: “El barrio era buenísimo. Yo iba y volvía sola de noche a la Iglesia Luterana sin miedo ninguno. Lo que uno se encontraba en la calle eran amistades de mi papá. De Puerta de Tierra para mí lo más importante era y es la iglesia, mi segundo hogar, y todavía continuamos en el barrio como miembros activos de la Iglesia Evangélica Luterana San Pablo.”
Rafael y su esposa son testimonio viviente de la vida que se experimentaba en el barrio y del amor y el orgullo que se sienten siempre por él.
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