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17 de enero de  1893  P.2

El general Daban y las murallas


Hemos oído decir de labios de persona que puedo saberlo, que S. E. el Gobernador General se ocupa con preferente atención de ver lo que puede hacerse para llegar á una solución satisfactoría en lo que se refiere al derribo de la parte de las murallas, que cierran el paso al ensanche de esta Capital del lado de Puerta de tierra. Y como quiera que es ese un asunto vital de necesidad indiscutible y hasta perentorio para nuestra ciudad, de ser, como lo creemos cierto lo que se nos ha dicho, tenemos por ello que felicitar al General Daban.

Las murallas de Puerto Rico, no tienen en nuestros dias razón de ser por motivos que no necesitamos detenernos á explicar. En cambio no solamente impiden que el área urbana de la Capital se extienda obedeciendo á las leyes generales del progreso y al creciente aumento natural de nuestra población, sino que hacen malsana á una ciudad como esta, que podría estar perfectameate ventilada, obligando además de tal modo la aglomeración de gente intramuros que ya, materialmente, no cabernos dentro de este recinto. 

Si el señor Gobernador conociera como vive aquí la gente pobre hascinada en corrales y zaguanes habitando chiribitiles, sin luz y que no obedecen ni á las más rudimentales reglas de higiéne, se explicaría perfectamente la causa verdadera de las víctimas que la fiebre amarilla ocasiona todos los años en esta ciudad donde, por la razón apuntada y otras que apuntaremos luego, la sanidad pública no responde á la cultura del país. Y no es lo peor el presente que bosquejamos, sino el porvenir que nos espera si no se toma pronto una resolución, que permita el ensanche de la Capital. El ferrocarril de circunvalación que cada día irá extendiéndose más por la Isla tiene, necesariamente, que aumentar como lo viene aumentando rápidamente, este centro de población donde ya hace tiempo que es un triunfo lograr una casa de alquiler y donde no queda ni un solo solar por fabricar. Si las murallas no se derriban; si seguimos viviendo al finalizar el siglo diez y nueve como en los tiempos bélicos en que esas murallas se construyeron; si descuidamos un asunto tan vital y nos oponemos al progreso, y á las exigencias de la sanidad pública ¿ qué se pensará mañana de la administración de Puerto.Rico ? ¿qué de los hombres que estuvieron al frente de esa administración ?

Haga el general Dabán una hombrada en esa cuestión del derribo de las murallas; evite esos largos y desesperantes expedienteos que solo sirven para hacer perder el tiempo y dejará en Puerto-Rico un recuerdo inolvidable.