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Desde hace algunos días, se viene trabajando constante y diariamente, en los terrenos conocidos con el nombre de la Feria Insular, preparándolos para que pueda ser construido allí el barrio obrero, cuyos trabajos se piensa empezar en breve, según planos aprobados ya.
El sitio escogido para esta útil obra, es magnífico. Es verdad que hay mucho que hacer para
ponerlo en condiciones de indispensable salubridad, y que muchos miles de dólares habrán de ser invertidos para que responda a las necesidades a que se le destina.
Los terrenos de la Feria quedan en sitio equidistante de la ciudad y del populoso barrio de Santurce, y es, por consiguiente, el mejor lugar para que los obreros de la ciudad residan, sin que les preocupe la obsesión constante de la distancia a que pudieran hallarse de sus trabajos si, en otro u otros sitios, se levantasen sus viviendas.
Lejos del recinto urbano de la ciudad; y lejos también de los centros industriales de Puerta de Tierra y de Santurce, el Barrio Obrero, lejos de ser útil a tales elementos, habría de acarrearles grandes perjuicios, ya que tendrían éstos necesidad de emplear una gran parte de sus salarios en traslados largos, en los que habrían de invertir un tiempo que necesitan para aumentar sus haberes diarios.
Hay, en los alrededores de la Municipalidad, muchos sitios bellísimos en que podrían levantarse las residencias obreras.
Pero es un deber de nuestros administradores someter las circunstancías y conveniencias prácticas de vida de aquéllos que han de vivir en dichos sitios.
Sabemos que la administración se propone invertir grandes cantidades de dinero en tales obras, y nunca tan imperioso como hoy el realizar a la brevedad posible
un ideal tan bello.
Nuestras clases desamparadas viven, muy mal en San Juan y sus barrios. Puerta de Tierra es, un sitio insalubre; Santurce, tiene sitios que la Sanidad debiera prohibir fueran habitados, y aquí en San Juan, los tugurios en que depaupera su prole, y les condena a una vida de incertidumbres y de incomodidades que el
Estado está en el deber ineludible de evitar.
La hora actual es la hora de las reparación y el momento de la justicia.
Sigan nuestros hombres en sus empeños de dotar a nuestra masa pobre de un barrio suyo, con holgares propios y confortables, higiénicos y bellos, pues esa es la labor que corresponde a
los directores de muchedumbres y a los que tienen en sus manos los destinos de
los pueblos.
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