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Viernes 23 de febrero de 1923

EL ESPECTACULO QUE OFRECEN LOS BARRIOS DE "SALSIPUEDES", "PALMARITO" Y "HOYO-FRIO", DE PUERTA DE TIERRA, ES EXTRAORDINARIAMENTE LAMENTABLE
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En las casas, hundidas hasta la mitad en el agua sucia que arroja la draga, vive la gente en insoportable hacinamiento.-Dentro de aquel lago oscuro, asqueante, hay "góndolas" y "puentes levadizos" que conectan unas viviendas con otras
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Ayer por la mañana un repórter nuestro giró una visita de "inspección periodística" por los barrios de "Salsipuedes", "Palmarito" y "Hoyo Frío", de Puerta de Tierra, a fin de informar a nuestros lectores de la situación en que viven aquellos habitantes desde que la draga dio principio a sus excavaciones en las cercanías de dichos lugares.

Para dar al público una idea exacta del asunto, empezaremos por describir la situación topográfica que ocupa dicha barriada, vecina, tal vez por la ironía, de nuestro Malecón, el sitio más floreciente y progresista de la cíudad capitolina.

"Salsipuedes", " Palmarito" y "Hoyo Frío" se extienden, bordeando toda la orilla del mar, desde cerca del edificio de la ''Colectiva" en la parada ocho, hasta la explanada del muelle San Antonio". Desde la carretera que conduce a Santurce puede verse esa larga faja de terreno, cada vez más estrecha a causa del suelo que le va ganando el agua sucia y el lodo que arroja constantemente la draga.

Estos lugares como sabrá eI lector; están ocupados por gentes pobres y humildes, en su mayoría trabajadores de los muelles, que en la necesidad de tener donde albergarse con los suyos, jamás se cuidaron de la estética y de la correcta urbanización al construir sus hogares, trayendo esto consigo la ausencia completa de calles en toda la barriada y el más atropellado hacinamiento de construcciones humildes, desvencijadas y lamentables.

' ' VENECIA DE LODO"

"Venecia de lodo" podría llamarse a estos tres barrios su estado general de suciedad. Y a la verdad que el nombre sería el más apropiado, ya que más bien que un sitio donde vivan seres humanos, parece una parodia sangrienta de la bella ciudad italiana.

CON LOS VECINOS

Nuestro Redactor se entrevistó con varios de los vecinos de la barriada. Todos, ante su insoportable situación dirigen sus miradas hacia el Comisionado del Interior; señor Wilson, de quien "lo esperan todo"
—¿Cómo?

— Sí señor. Nos ofreció sacarnos de aquí mediante el pago de nuestras viviendas, y como hasta la fecha no lo ha hecho, por eso seguimos aquí.

"Nosotros, señor. — continuó uno de ellos, — no podemos salir de aquí aunque lo deseemos, pues nos falta el importe de la fianza que nos han de exigir los dueños de casas, si vamos a alquilarle alguna pieza.

—¿Y de quién esperan eso?

--Esperamos que Mr. Wilson nos pague nuestras casas, de acuerdo con lo que ya nos ha ofrecido. Mientras eso no se haga, estaremos aquí, por la fuerza de la imperiosa necesidad.

HACIA EL LABERINTO

Conforme hablábamos, caminábamos en compañía de aquellos infelices por entre el laberinto de casas, a las que todavía no ha llegado la inundación.

 

 

En el interior de las viviendas la humedad y el mugre pone una nota desagradable que crispa los nervios. A veces tenemos que dar un terrible salto para ganar la orilla opuesta de algún pantano que pretende cortarnos el paso. Otras pasamos por sobre improvisados puentes que tiemblan bajo la presión de nuestros pies.

Aquel, un chiquillo cuasi desnudo, que comparte las delicias del lecho con un cerdo; más allá una vieja triste y flaca, junto al caldero de viandas instalado en PLENA VIA PUBLICA; por todas partes, en fin una, ímpresión de tristeza, de infinito malestar...
(Continúa en la 3a. página)

Al salir del "laberinto" nos encontramos de lleno en pleno "lago". Nuestros zapatos se hunden un poco en el fango. A una distancia de 100 metros de la orilla, hay infinidad de casas unidas hasta la mitad dentro del agua. Cerca de esas casas rondan algunas pequeñas embarcaciones
¡Venecia! iVenecia!... fantaseamos.

—¿Qué, "góndolas"? —No señor, responde ingenuamente uno de los vecinos, son "pescadores de jaibas y cangrejos"...

¡Ah!

En compañía de "nuestra gente" fuimos hasta en medio del "lago". No tuvimos necesidad de embarcarnos. Llegamos por nuestras propias piernas, al través de un largo "puente levadizo que nos llevó al interior de una casa, para lo que fue preciso hacer una violenta reverencia.

Describamos la escena.

Esta casa se halla en mitad del "lago". El agua subió hasta un metro de altura e inundó el piso original. Fue necesario entonces que los moradores construyeran otro piso, a respetable altura del que quedó bajo el agua a fin de no verse en la disyuntiva de tener que abandonar su hogar.

En iguales condiciones que la anterior, hay infinidad de casas dentro del oscuro lago de esa "Venecia de lodo", como le llamamos al principio.

MAS "PUENTES"

Hay una extraordinaria abundancia de "puentes levadizos". Algunos conectan unas casas con otras, en una cadena interminable y angulosa de eslabones informes. Por ellos pasa la gente, con recelo como si temieran caer al mar; y los chiquillos, las pobres criaturas inocentes, se desesperan agarrados a sus barandas, quizás porque no pueden "ir abajo a jugar".

CONTRASTES

Frente a ese espectáculo que describimos se levantan como irónicas, las torres inalámbricas y varios edificios majestuosos. El ferrocarril, que cruza rozando esa barriada la saluda, también todos los días, con el sarcasmo de los volutos de humo del progreso.

Para, no cansar más al lector damos por terminada esta breve reseña, no sin antes formular nuestras quejas ante las autoridades competentes, ya que no es posible que en una comunidad civilizada, como la de San Juan, se esté dando tan lamentable espectáculo como el que acabamos de narrar, y el cual presenciamos ayer, 22 de febrero, precisamente.