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El Mundo
jueves 16 de enero de 1936    p.7

La Y.M.C.A. y los Reyes Magos


Como había sido anunciada, la tradicional fiesta de los Reyes Magos que celebra anualmente la Y. M. C. A., tuvo efecto la noche del día 6 de los corrientes. En este día son festejados los niños pobres de la localidad que han asistido con frecuencia durante el año anterior a las clases de gimnasia, natación, hand ball, basket ball etc. que la institución da gratis a estos desheredados de la fortuna. Y por ello se dieron cita este dia en el salón de gimnasia de la "Y" alrededor de doscientos cincuenta muchachos.

Abrió el acto el señor Bueno, secretario de la institución, quien en breves palabras explicó el objeto de estas fiestas y exhorto a los niños para que no faltasen puntualmente a las classs que semanalmente se les ofrecen gratis para beneficio y provecho de su desarrollo físico. Le siguió el juez Berga. Hizo éste la narración de un cuento apropiado que leyó en una revista y acto continuo explícó a los muchachos que le escuchaban entusiasmados con rigurosa atención la moraleja del mismo: esto es; y que la perseverancia, en un hecho, idea o acción nos conduce al triunfo. Aconsejó por ello a los muchachos a que fuesen perseverantes en sus estudios y en el aprovechamiento de las oportunidades que crea la naturaleza para todo ser sin distinción de matices sociales, de raza o religión. A las palabras del Juez Berga siguieron varios números de cantos, suertes, bailes y después, como final la repartición de los regalos de Navidad, consistentes éstos de juguetes, zapatos, dulces y otras golosinas que los muchachos acarrearon contentos para sus humildes hogares.

La concurrencia, no obstante el objeto de estas flestecitas, tendientes a endulzar un poco la situación de amargura en que vive y se desenvuelve esta clase abandonada de Ia suerte, si bien fue distinguida era muy escasa, y es de censurarse el que nuestra sociedad mire con indiferencia la celebración de tales actos y deje a la "Y" huérfana del apoyo moral y material que necesitan instituciones como éstas que se dedican a la práctica del bien y la caridad y al desarrollo físico y mental de nuestros semejantes, preparándolos de cuerpo y alma para la lucha por la existencia; y tanto más cuanto que esta benemérita institución se encuentra exhausta de recursos.

Felicitación muy efusiva merece y le damos al señor Manuel Bueno, a su asistente señor Ramón Vale y al escaso número de personas que contribuyeron de algún modo al éxito de esta simpática fiestecita.

Digna de encomio es también la actitud del juez señor Berga, quien todos los años brinda su apoyo moral al mejor esplendor de estas actividades cívicas.