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EL HOMENAJE A LA VEJEZ BAJO LA DIRECCION DE DOÑA SARAH R. DE GAETAN


domingo 25 de abril de 1937 p.16
 
Numerosos ancianos de San Juan participaronde las fiestas y los regalos.

 


Doña Sarah R. Gaetán dirigió este año con notable éxito el homenaje a la vejez. 

Por ANGELA NEGRON MUÑOZ

No hacemos historia de la fundación en Puerto Rico de estos homenajes que se iniciaron en España, por creerlo innecesario. Los actos que se celebran todos los años, desde el 1932, presididos por Isabel Andréu de Aguilar, directora del Comité Insular de los homenajes a la vejez en Puerto Rico, son la continuación viva de la historia de su iniciación.

En la capital de la Isla fueron siempre los actos de homenaje a la vejez los más destacados. Este año, alcanzaron máxima brillantez. Desde que se fundó el organismo que tomó a su cargo estos homenajes nobles, por justos, preside el Comité de San Juan el Administrador de la Capital. La señora Gaetán, que personalmente prestó siempre su concurso a estos festivales, desde que es Directora Escolar trabajó en ellos con mayor decisión y entusiasmo, como colaboradora del Alcalde. Y este año, que el Dr. de Castro dejó en sus manos la organización y dirección, de los actos que se han celebrado, por las muchas ocupaciones que el Sr. Administrador de la Capital ha tenido por estos días, doña Sarah, como cariñosamente la llama el pueblo de San Juan, donde goza de prestigio y popularidad bien ganados, llevó a cabo los homenajes más hermosos y más brillantes que se han celebrado hasta aquí. La señora Gaetán está acostumbrada a triunfar en sus empeños que fueron en toda ocasión generosos. Una vida consagrada a la educación de la niñez, con horizontes más amplios que los que generalmente se tienen cuando se ciñen a las normas impuestas, por los deberes oficiales, ha sido la de doña Sarah en su excepcional labor pedagógica. Su contacto con la escuela que es como su hija, o como su madre, algo propio dentro de su alma, con raíces indestructibles, la capacitan para realizar desde el puesto que hoy ocupa obra de trascendencia si encuentra la indispensable colaboración. En la señora Gaetán se aunan raras virtudes: talento, capacidad profesional, personal prestigio, actividad, noble actitud, visión exacta de nuestros problemas, optimismo, valor y gran espiritualidad. Es una de las pocas mujeres que entre nosotros pueden servir importantes puestos en el gobierno.

En las horas de la noche, únicas de que disponemos tanto mi distinguida amiga como yo para este reportaje, me cuenta ella, con la viveza grata que pone en su palabra fácil y correcta, lo que deseo llevar hoy al lector:
—Quiero hacer resaltar la cooperación hermosa de nuestras escuelas en estos actos que acabamos de celebrar en homenaje a la vejez. Desde el Superintendente, el Ayudante, los principales, los maestros, hasta los alumnos, los conserjes, todos, sin excepción, colaboraron con entusiasmo y amor en la realización de las fiestas de este año en honor de nuestros viejos. El día primero de abril, cada maestro colocó en su salón dos canastas donde cada niño fue depositando regalos para los ancianos que ellos mismos habían de designar para ser los homenajeados de su clase. Esas canastas se llenaron de frutas, dulces, chocolate, cafe, azúcar, cortes de traje, jabones, alcoholado, y otras cosas que gustan a los ancianos. San Juan celebró en cada escuela simultáneamente su fiesta para los viejos el día 15 de abril a las diez de la mañana El espectáculo sobrepasó a mis cálculos. Fue de una brillantez sorprendente. Hubo escuela que obsequió a sus viejos con un almuerzo y todas con música, conferencias, recitaciones, alcanzando el homenaje a ochociento setenta ancianos. En la Escuela Superior, la que yo considero mi escuela, hablé además de a los viejos y a la facultad, a todos los alumnos que al verme llegar volvieron a la escuela para oírme. El salón de actos estaba lleno y puede acaparar mil cien personas. Yo aproveché la oportunidad para sembrar en los jóvenes y niños que me escuchaban, una vez más, el amor y el respeto que merece la ancianidad. Y a los viejos les hice reir recordándoles, a propósito de una canción que se cantara, los años de alegrías juveniles y los sueños de amor de los años que se fueron. 

Después hablé en la Escuela José Celso Barbosa porque lleva el nombre de uno de los hombres que más he admirado en mi vida; y en el Asilo de San Sebastián. Allí habló el doctor de Castro y también el Dr. López Sicardó. Como este asilo está bajo la supervisión del Deparpartamento de Beneficencia, López Sicardó ha podido demostrar más de una vez su afecto a los viejos que le quieren mucho.

—En el Departamento Comercial, en la Escuela Baldorioty, eran tantos los regalos que dispuse que se dividieran entre los ancianos que estaban fuera del edificio. ¡ Cuánta alegría de los corazones de aquellos viejos se leía en sus semblantes! Tuvimos dos orquestas amenizando nuestras fiestas. En el Asilo de Ancianos Desamparados de Puerta de Tierra y en el Hospital de la Concepción tocó la Banda del Asilo de Niños. En el Asilo Municipal, la Banda Escolar, formada por alumnos de todas las escuelas. Los ancianos del Asilo de San Sebastián estrenaron 'trajes nuevos que el Municipio les regaló, y las viejas estaban guapísimas. ¡Si las hubiera usted visto en sus sillones amplios y comodísimos que les enviamos! Yo no concibo un viejo sin su sillón, y los que estos ancianos tenían eran muy pequeños, y muy incómodos para sus cuerpos descarnados. Muchos ancianos particulares recibieron en sus casas nuestros regalos y muchos sillones se repartieron entre ellos. A los pobres les enviamos paquetes con comestibles, frisas, trajes, jabones, alcoholado, etc. y algún dinero. A los ancianos que no necesitan les enviamos flores, dulces y mensajes telegráficos. A los de la Isla llegamos a través de la radio en los cuatro programa! que pasamos en días anteriores y que debemos a la cortesía de las dos estaciones. Todo esto pudo hacerse por la cooperación espontánea del comercio, la industria y la banca y varias personas particulares. El Sr. Arcelay, de la White Star Line, contribuyó con sus autobuses en donde llevamos los ancianos al Parque Muñoz Rivera y estuvieron algunas horas gozando de aquel paisaje encantador.

—Estando en el Asilo de San Sebastián se me ocurrió que debería haber en la institución una persona encargada de recoger la historia de cada vida allí apagándose. ¡ Cuanta novela perdida! Pensé que no hemos aquilatado suficientemente la obra de las abnegadas hermanas que cuidan los viejos candorosamente. La vida nos lleva y nos trae por otros sitios; sitios de trabajo, de lucha, y nos olvidamos de estos viejos y de estas hermanas a que ahora estamos dedicando este día. ¡Cuan justo es el habérselo dado entretejido con flores, música y versos!

—Los Niños Escuchas llevaron los regalos y los mensajes a los viejos que quedaron en sus casa. ¿Y el dinero para todo esto?—parece que escucho preguntar. Pues le diré: el 19 de marzo fue un día de fiesta escolar, concedido por el Comisionado Interino de Instrucción, Sr. Martin. Ese día se despachó a las diez de la mañana. Los dueños de cines nos regalaron las entradas que alcanzaron a $780.00. Con esto compramos las frisas y pusimos en cada paquete un sobre con cinco o dos dólares. El Tesorero del Comité Local, Mr. Taylor, desplegó admirablemente la actividad en el empaque y distribución de regalos. Todo hecho con un orden y un cuidado que decían que estaba hecho por maestros".

Doña Sarán Gaetán ha sido el alma de este día en que se rindió a los viejos el homenaje que merecen. Ella lo silencia, pero nosotros sabemos con cuánta actividad trabajó para lograr los espléndidos resultados de que hablamos.

Lector, ahora, como sé que gustas de las sorpresas cuando lees, ya que tú ritmo diario es monótono, como el de todos aquí, voy a decirte cómo terminó esta entrevista, exponiéndome a ser indiscreta. Los antifeministas arrugarán el ceño porque la Directora Escolar de San Juan les ha defraudado. Esta mujer dinámica, de acción fecunda, de inteligencia viril, carácter enérgico en el campo cívico, valerosa en la lucha, batalladora, que ha trabajado durante toda su vida colaborando económicamente a la educación de sus hijos, maestra de orden y disciplina, que en la última campaña electoral subió a la tribuna publica con arrestos en el combate y con toda la libertad necesaria para la expresión genunina de sus ideas; que fue candidata a alcalde de San Juan; esta mujer que parece hecha de acero si la observamos en el cumplimiento del deber o en las cívicas lides, me dice con una satisfacción profunda, intima, inefable:

—Todo esto que usted ve cuando estoy entre ustedes se acaba al llegar a mi casa. Allí yo soy otra hija de Gaetán para hacer lo que él desea. Siempre ha sido así. Lo que él ha deseado, lo que él ha dispuesto, lo he acatado yo con alegría. Este carácter y esta decisión y esta energía se quedan en la puerta de mi hogar, porque allí se hace lo que mi marido quiere y nada más. Sin un pensamiento siquiera de rebelión. Sus gustos prevalececn así como su opinión sobre todo asunto. Mis hijos quieren a sus padres más que a mí porque yo les he enseñado a quererlo y a respetarlo con veneración. Todavía el doctor, cuando su padre habla, baja la cabeza para escucharlo. A mi marido no se le ha discutido jamás en mi casa, y no crea usted que no haya habido alguna vez razón para ello, él tiene un carácter fuerte, pero nuestro amor por él es más fuerte que todo. ¡A mí todavía me palpita el corazón cuando Gaetán viene por la esquina...!
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Perdóneme doña Sarah la indiscreción, ¡ eran muy hermosas sus palabras para dejarlas en el tintero! Muy hermosas, y sobre todo originales. Como que yo, que vivo oyendo cosas nuevas cada vez, no las había oído nunca. ¿y tú lector? Me atrevo apostar que tampoco las oíste hasta ahora.