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Músico con alma de pintor 

1 de abril de 2017 

Por Jorge Rodríguez, EL VOCERO 

El percusionista Bolívar Rosado Rodríguez de Puerta de Tierra, quien cumplió recientemente 85 años, asegura tiene que felicitarse a sí mismo como pintor, faena a la que se lanzó en 2001.

Como músico tocaba el vibráfono y hacía juntes de músicos de muchas clases. En un momento dado los tenía de mucha experiencia como Mario Román, Johnny Seguí, Ray Romero, Polito Huertas, Ray Cohen, hasta que se convirtió en un dolor de cabeza para Tommy Olivencia.

“Tenía también a Roberto Rodríguez y Wilfredo de los Reyes, pero Tommy y yo nos peleábamos al pianista ‘Revilla’. Yo llamaba a los músicos los miércoles y a Tommy le llegaban los guisos los viernes”, recordó en entrevista con EL VOCERO.

“Aprendí a pintar por mi cuenta y la música me atrasó un poco. Nadie sabe que yo pinto. No sé cómo quiero me recuerden”, añadió Bolívar Rosado, hijo del afamado pintor Juan A. Rosado, de la promoción de los años 30 en Puerto Rico, maestro de Rafael Tufiño, Carlos Raquel Rivera y Félix Rodríguez Báez.

Desde pequeño se codeó con grandes artistas porque en el taller de su padre se daban clases de dibujo y pintura, de hacer rótulos y se construían las hermosas carrozas que antes hacían lucir las multitudinarias paradas del área metropolitana, carnavales y conmemoraciones de días ilustres. El senador y luego gobernador Luis Muñoz Marín enviaba a esos talleres a los artistas visitantes de la Isla.

“No sé cómo quiero me recuerden porque en las dos bandas tengo gratos recuerdos. En el arte desde muy pequeño conocí a Miguel Pou, Jorge Rechani, don Conrado Asenjo, don José Alegría y su hijo Ricardo, a quien visitaba en San Juan en sus oficinas privadas. También conocí a David Goitía, Ramón Frade, pero no recuerdo mucho. Yo tenía 15 años y mi papá me llevaba a todas esas exposiciones”, rememoró.

Entre sus obras están ‘Los pinceles de Van Gogh’, ‘Roberto Cofresí’, ‘Protesta’, un cuadro contra el Instituto de Cultura Puertorriqueña por vender una obra “distorsionada” de Oller, según dijo.

Tiene un cuento ilustrado, ‘La anatomía de una vieja deuda’, en torno a los problemas fiscales de Puerto Rico del momento.


“Ya no tengo paredes para colgar mis cuadros. Estoy pintando como un loco, no miro pa’ ningún lado porque sé que a los 85 años de edad me queda muy poco para realizarme. Para lograr esto tuve que vender el vibráfono, pero tengo un piano y en las Navidades me llaman para las fiestas. Las pasadas toqué cinco veces, pero rechacé el resto porque el vibráfono pesaba como 100 libras y nadie me ayudaba”, admitió.

“Ahora mi centro son las obras de arte. A veces me duele el hombro pero no paro. Un albañil me está ayudando a instalar más paredes”, puntualizó el artista.