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Tan cerca los peces, tan lejos la pesca

El dilema de nuestra industria pesquera

septiembre 2014 • El Detallista P.15


Por:
Gregory Barrios

George Thomas, administrador Villa Pesquera La Coal
Es difícil concebir que en Puerto Rico, una Isla tropical rodeada por cálidas aguas abundantes en bíodiversidad, se tenga que importar el 85 por ciento del pescado que servimos en nuestras mesas. Es tan inverosímil como pensar que en Egipto haya que importar arena.

De acuerdo a la data del Laboratorio de Estadísticas de Pesqueras del DRNA en Puerto Rico se pesca menos de 2 millones de libras anuales, lo que corresponde a tan solo un 5% del consumo. Sin embargo, muchos pescadores comerciales reportan menos de lo que en realidad están pescando y otros no reportan.

"Se estima que la cifra verdadera debe ser el doble, por lo que extraofícialmente estamos cerca de un 10%", sostuvo Myrna Comas Pagan, Secretaria de Agricultura. "Además se estima que los pescadores recreacionales y furtivos remueven casi la misma cantidad de tonelaje de nuestras aguas, pero lo utilizan para consumo propio. Por lo que la cifra podría llegar al 15%. "El DRNA se propone implementar la licencia e pescador recreativo antes de que termine el año, lo que ayudará a esclarecer las lagunas y hará juisticia al comercial".

Hay varias razones para explicar la escasa aportación de nuestros pescadores al mercado de consumo de peces y mariscos. Así lo explica la obra, "Una mirada al mundo de los escadores en Puerto Rico: Una perspectiva global", del profesor Manuel Valdés Pizzini, catedrático de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.

La primera causa se relaciona con la biosfera y el entorno de los litorales de nuestra isla. Otras tienen que ver con la política pública del Gobierno y los recursos que invierten en la pesca. Finalmente, el autor destaca que nuestra condición territorial, sujeta a las leyes de los Estados Unidos, también tiene un efecto que perjudica la industria de la pesca.

"Como primer punto, cabe señalar que el mero hecho de que el archipiélago de Puerto Rico esté situado entre el Océano Atlántico y el Mar Caribe no es equivalente a tener una riqueza enorme de recursos pesqueros. Las aguas tropicales son muy ricas en biodiversidad, es decir, en una variedad alta de especies. Sin embargo, en Puerto Rico la abundancia de especies y de organismos por área o biomosa es muy baja en comparación con otros ecosistemas", explicó el profesor en su obra.

"Nuestras aguas, a las que los científicos llaman oligotróficas, son escasas en nutrientes porque se produce poco plancton (organismos que sirven de alimento a las poblaciones de peces). Esto quiere decir que en las aguas sobre la plataforma insular no existe suficiente biomasa para sostener una actividad pesquera que posiblemente no exceda más de cuatro a cinco millones de libras al año".

Por otro lado, existe una correlación entre la biomasa y la extensión del área sumergida o plataforma insular. Es decir, a mayor la plataforma insular, más grande será el habitat donde los peces pueden comer y reproducirse adecuadamente. Por eso es que en la costa oeste de Puerto Rico existe una actividad pesquera más abundante con relación al resto de la plataforma insular.

"¿Qué sucede con la plataforma continental aquí en el norte? Que es muy corta", aseguró el capitán George Thornas, secretario interino y administrador de la Asociación de Pescadores de la Villa Pesquera La Coal. "Después de dos millas lo que hay es un precipicio".

"Aquí hay una gran diversidad de peces - meros enormes, un montón de especies de tiburones - pero debido a la gran profundidad hay que pescarlos con máquinas hidráulicas, con malacates eléctricos porque estamos hablando de profundidades de 60 brasas (360 pies) en adelante.

"Por ejemplo, el chillo se pesca de 60 a 120 brasas. Para ir lejos de aquí, a Isla de Mona o al norte de las Islas Británicas, se requiere de embarcaciones grandes, de 25 o 30 pies con cabina, equipadas con tecnología de GPS cartográficos y maquinaria hidráulica, pero en todos los municipios pesqueros de Puerto Rico, incluyendo Vieques y Culebra, la mayoría de los pescadores lo que tienen son botes pequeños", aseguró Thomas.

La Villa Pesquera La Coal, ubicada en el Muelle 10 en Puerta de Tierra, es una comunidad que lleva más de 35 años establecida, constituida por pescadores del área y otros que utilizan las instalaciones para sustraer del océano la materia prima que les da de comer a ellos y a sus familias. "La Coal", como le llaman cariñosamente, ha recibido fondos del gobierno para mantenerse en pie.

"Una vez el Gobierno nos dio $60 mil para construir un bote más grande, pero nos impusieron a un contratista no tenía experiencia construyendo embarcaciones. Y ahí está, sin poder usarse porque no sirve. El piso se hunde. Ahora vamos a llevar al Gobierno una cotización de una empresa especializada localizada en Maine, para repararlo y equiparlo", dijo esperanzado Thomas.

Una industria con potencial.

Tommy J. Forte, comerciante de la pesca por más de 35 años, asegura que para que la industria de la pesca en la Isla despunte hay que educar a los pescadores en el uso de mejores prácticas de manejo del producto, mejor mercadeo y servicio al cliente en las villas pesqueras, así como el uso de tecnología y equipos más sofisticados.

"Hay muchos pescadores que por una u otra razón son renuentes, pero si les enseñas técnicas adecuadas a un precio razonable, ellos progresan", dijo Forte, quien además de pescador es "acaparador", término con que se denomina al intermediario entre los pescadores y los establecimientos comerciales.

Para Forte, el desarrollo de la industria se podría dar si el Gobierno invierte en un mecanismo de fiscalización y supervisión de conocedores de la industria, que aseguren el manejo responsable de esos fondos.