A “pescar” basura en El Escambrón

miércoles 2 de abril de 2008/ El Nuevo Día 
Por José Sánchez Fournier
 

Maestros de buceo junto a voluntarios limpiarán la playa.


Sumergidas bajo las azules olas alrededor de la Isla existen grandes tesoros naturales, bellos arrecifes de coral, colonias de crustáceos y escuelas de coloridos peces.

Pero escondida bajo esas mismas aguas está también la cicatriz del desarrollo desmedido, la contaminación y la falta de respeto hacia los recursos naturales. El Nuevo Día atestiguó los daños causados por el humano al ecosistema, durante una buceada bajo las aguas del balneario El Escambrón junto a Alberto Martí, presidente de la organización sin fines de lucro ScubaDogs Society, creada para concienciar a los puertorriqueños sobre la importancia de conservar el hábitat marino.

La actividad, descrita en broma por los organizadores como una “conferencia de prensa submarina”, fue celebrada para anunciar el cuarto torneo de Pesca Pez Basura, evento llevado a cabo anualmente para limpiar la popular playa en la entrada al Viejo San Juan.


La cuarta edición será el 12 de abril.

“Hay una armonía bien bonita con la naturaleza en esta playa. Queremos que la gente se enamore de la ‘pocita’”, indicó Martí, en referencia a la playa ubicada detrás del parque Sixto Escobar, a la diestra del balneario principal.

Martí dirigió la gira submarina por la profundidad de la ‘pocita’, nadando cerca de una vieja muralla que protege el balneario interior de las aguas del Atlántico.

En el fondo del agua, y a pesar de la poca visibilidad por el mal tiempo, fue posible apreciar escuelas de colirrubias, y damiselas marrón, entre otros seres marinos.

Al final de la muralla semisumergida, yaciendo en la arena, se podían apreciar los restos del paseo en concreto que en antaño cruzaba la pocita y llegaba al hotel Normandie. La estructura zozobró en la década del noventa.

Pero, como pecas en la clara arena debajo del agua, cerca de donde habitan los peces, caballitos de mar, cangrejos de flecha y otros delicados animales de mar, traslucían latas de aluminio, botellas de cristal y envases plásticos, que son arrastrados por la marea luego que los visitantes las arrojan.

“Hemos limpiado esta playa más de 10 o 15 veces, es bien frustrante”, admitió Martí. “Pero sabemos que todas las personas que pasan por esta experiencia sufren un cambio y se convierten en parte de la solución”.

En la superficie, un pelícano solitario despegaba de la calmadas aguas de la pocita. Cerca, una gaviota lucía congelada en el cielo, volando contra el viento. En contraste, llamaban la atención en el horizonte dos grúas utilizadas para la construcción de costosos apartamentos en la cercana costa de Isla Verde.