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Una ciudad, dos equipos

La rivalidad entre Cangrejeros y Senadores, en el hermoso escenario del Parque Sixto Escobar.

domingo, 16 de diciembre de 2007
 
Por Edgardo Rodríguez Juliá
EL Nuevo Día
 

Eran marcadas, aunque sin ser una regla escrita, las diferencias sociales entre los fanáticos de Santurce y los de San Juan. De hecho, en el equipo de los Cangrejeros reunían ediciones que brillaban por sus estrellas de 'color' y en los Senadores abundaban los de color 'pálido'.

Durante los años cuarenta, cincuenta y sesenta fue una rivalidad algo marcada por las diferencias entre dos clases sociales: mientras los Cangrejeros de Santurce tenían una fanaticada de fuerte raíz obrera, gente mulata de Villa Palmeras y Sunoco, lo Alto del Cabro y la Avenida Borinquen, los Senadores representaban vagamente a la clase media sanjuanera, "blanquitos" de palco y preferencia desde Miramar hasta Monteflores.

Aunque no era regla escrita, mucho menos evidencia inapelable en el terreno de juego, los Cangrejeros reunían equipos que brillaban por sus estrellas de "color", algunos veteranos de las Ligas Negras como Bob "El Múcaro" Thurman, Willard "Este hombre" Brown, George Crowe, el más antiguo de los "escuadrones del pánico" formados por Pedrín Zorrilla. Los Senadores de San Juan preferían a peloteros caras pálidas, importados, como su receptor Joe "Pollo Praco" Montalvo, o mulatos café con leche, como su legendario primera base, Saturnino "Nino" Escalera.

Cuando Rubén "El Divino Loco" salía a lanzar contra Ellis Cot Deal, del San Juan, se oía en las gradas el cántico de la fanaticada cangrejera: "Ese es tu papá". El famoso #22 de Santurce era el lanzador que dominaba la tropa sanjuanera. Ningún pelotero de Santurce representó a su equipo con mayor notoriedad que "El Divino Loco", conocido lo mismo por sus malos cascos que por su recta y su talento para tirar strikes.

Rubén trajo la mística de la calle cangrejera al terreno de juego, es decir, no le aguantaba pendejadas a nadie: se rumoraba que había peleado con Willie Mays cuando éste llegó a Santurce para la temporada 1954-55; en otra ocasión persiguió al primera base de los Bravos de Milwaukee, Joe Adcock, en un altercado tan notorio que sólo fue superado, en la década siguiente, por el de Juan Marichal y John Roseboro.

La rivalidad entre Cangrejeros y Senadores, en el hermoso escenario del Parque Sixto Escobar, atrajo a una fanaticada nueva, esas féminas que Rafael Pont Flores destacó en 1947 con su fino ojo de cronista: "Contrario a los varones, cuya presencia fluctúa entre los dieciocho años y los cuarenta, nuestra mujer no tiene límites en la edad. Vemos chiquitinas de edad gramatical, primorosos pimpollos, maduras amas de casa y venerables matronas".

Decía el maestro del lanzamiento de tirabuzón, Rubén Gómez: "San Juan es un equipo igual que los demás: La diferencia es la fanaticada… las cosas que me gritan…" He aquí el secreto de su dominio sobre los Senadores, éstos con aquel dudoso emblema del títere fresco de Puerta de Tierra, con la gorra virá, la cúpula del Capitolio puesta sobre el cogote..