Las iglesias llaman a la solidaridad y a reconstruir al país.

domingo, 1 de octubre de 2017
Por Carmen Milagros Díaz  
 

Numerosos templos a lo largo de todo Puerto Rico tienen algún daño en sus estructuras.
 


Partes del vitral arriba del altar  de la iglesia Luterana San Pablo en Puerta de Tierra no resistieron el fuerte viento del huracán María.

Con un llamado a la solidaridad y deseos de bienestar para todos, el arzobispo Metropolitano de San Juan, Roberto González Nieves, invitó hoy a la feligresía a reconstruir a Puerto Rico.

El mensaje de la homilía que ofreció el prelado en la Catedral de San Juan estaba inspirado en una parábola sobre el dueño de una viña que pidió a sus hijos que fueran a trabajar. El primer hijo dijo a su padre que no iría, sin embargo, reflexionó y trabajó en el viñedo. El segundo hijo respondió que iría, pero no fue a laborar. 

“Creo que en Puerto Rico esa viña es la reconstrucción de Puerto Rico y Jesús nos invita a todos, especialmente cristianos y cristianas, a ir a esta viña a reconstruirla en un espíritu de solidaridad, hermandad con los mejores deseos de bienestar para todos los puertorriqueños y puertorriqueñas. Hay que trabajar, orar y hermanar”, sostuvo González Nieves.


El padre Felipe Santiago añadió que la viña ofrece la oportunidad a sus habitantes de transformar la realidad y ser consistentes con lo que se dice y hace. De acuerdo con el sacerdote que celebró la eucaristía en la Parroquia San Agustín, en Puerta de Tierra, San Juan, la respuesta correcta deber ser sí a la acción y trabajar.

“Esta es una oportunidad para el pueblo puertorriqueño de comenzar de nuevo. Todos y todas estamos llamados a participar de esa viña que es nuestra realidad hoy. Puerto Rico será diferente en la medida en que asumamos la responsabilidad particular a la que hemos sido llamados. Digamos sí y que ese sí vaya acompañado con nuestras acciones”, afirmó Santiago.

La concurrencia era escasa en ambas iglesias históricas. Los feligreses usaban abanicos o papeles para aminorar el calor. La poca brisa que entraba por las ventanas y las puertas abiertas no se sentía. Los abanicos eléctricos colocados en las paredes permanecían inmóviles ante la falta del servicio de energía eléctrica en gran parte del país.

Daños en las iglesias y templos

Los vitrales arriba del altar y en los laterales de la iglesia San Agustín no resistieron el fuerte viento del huracán María. La vidriera de colores del Santísimo Redentor y los símbolos de la iglesia ahora rotos, fueron hechos en Alemania a principios de siglo 20 y eran parte del tesoro cultural e histórico de Puerto Rico.

Sobre los daños causados por el huracán a las iglesias que forman parte de la Arquidiócesis de San Juan, el arzobispo indicó que para el miércoles debe estar listo un informe sobre el inventario impactado que será sometido al seguro y a FEMA, si es que cualifican.

No todas las iglesias o templos pudieron abrir sus puertas hoy. La congregación de la Iglesia Evangélica Luterana San Pablo, en Puerta de Tierra, limpiaba la arena del mar que tienen de frente, y el agua de lluvia que entró cuando se rompieron las ventanas y las puertas. El edificio, también centenario y con vitrales, tuvo pérdidas que aún no han sido evaluadas, indicó la presidenta del Consejo Luterano San Pablo, Ana Ayala.

La Iglesia Betsaida en Cataño -uno de los municipios más afectados por el huracán- perdió parte del techo de madera y cartón de techar. Los seguidores cubrieron el techo con zinc parcialmente y ofrecieron el servicio religioso en una esquina del templo “por si llovía”, indicó el pastor Charlie González.

La estructura de unos 40 años de construida abrió el domingo después del huracán, de acuerdo con González, para ofrecer el apoyo espiritual que necesita su comunidad religiosa en especial los que perdieron sus casas.

“Hay quienes perdieron la casa pero vinieron hoy fortalecidos en el Señor porque aunque falta lo material tienen la fe”, reiteró González.