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lunes, 19 de noviembre de 2012

Walter Otero regresa con un nuevo espacio para el arte en Puerta de Tierra 

 

En este mundo de negocios no hace falta el gabán y la corbata, ni el rigor del mundo corporativo. Si llega, no hay problema, pero no es requisito. 

La cosa por estos lares fluye de otro modo. A veces es una fiesta la que concreta todo, otras es una lectura, una visita al taller de un artista, una recomendación o, incluso, una corazonada. 

Quizás, en el fondo, el mundo del arte y de los negocios tienen más en común de lo que podría imaginarse. 

Por eso, un punto de partida para un proyecto de galería que nace en el 2012 tenía que incluir todos esos elementos inherentes a esa ecuación tan particular que sucede con la compra y venta de arte. Y es que resulta que el galerista y representante de unos 17 artistas plásticos puertorriqueños e internacionales, Walter Otero, está cuajando un proyecto nuevo. 

Se trata de Walter Otero Contemporary Art (WOCA), un espacio en el que Otero espera integrar un elemento educativo, editorial, archivístico y de galería como puntos clave de su visión de lo que debe ser una galería en este momento histórico en el que las reglas del juego en el mundo del arte –y en tantos otros mundos– han cambiado. Algo a lo que, naturalmente, hay que añadir una de las peores recesiones en las últimas décadas. 

“No quiero que esto sea un cuelga y vende. Quiero que tenga un elemento institucional, con catálogos escritos por críticos de renombre, con un inventario de la obra de los artistas representados que esté abierto al público”, describe Otero en medio de la construcción del edificio, que se encuentra en Puerta de Tierra, lugar que seleccionó por la cercanía a la Escuela de Artes Plásticas y por encontrarse a la entrada y salida del Viejo San Juan. 

Mientras hablamos, por todos lados trabajadores llevan y traen carretillas llenas de materiales de construcción, colocan paneles blancos en las paredes, y Otero nos va 

contando que habrá espacio para galería, área de archivo y editorial, oficina y terraza en los tres pisos que conforman el espacio. 

La idea, claramente, es que el espacio no se convierta en un “ventetú”, sino que cada artista representado por Otero encuentre en el lugar una suerte de base desde la cual cualquier persona interesada pueda conocer su obra. 

Todo eso lo vincula con su concepto de lo que debe ser un galerista hoy. 

“Mucha gente no entiende la función de un galerista o de una persona que representa a un artista. Mis modelos son Maud Duquella y Leo Castelli”, dice con relación a sus influencias y a su interés de poner en conversación el mundo económico con el mundo académico. 


“Muchas de las inversiones surgen porque ha habido previamente un cedazo curatorial. Si la parte educativa es sólida la venta llega sola”, explica. 

En su caso, la selección de sus representados tiene mucho que ver con el grado de sintonía que logra con el artista. 

“Si no hay química no hay manera; puede que sea el mejor artista del mundo, pero sin eso no podemos trabajar”, afirma quien también busca apostarle “a artistas que sean atrevidos”. 

Cuando se trata de artistas más jóvenes busca comenzar a orientarles respecto al manejo del dinero y sobre todo a entender los costos apropiados, según la tendencia mundial, para obras de artistas con perfil similar. 

Porque para garantizar una carrera ascendente no basta con el talento, hay todo un entramado de decisiones estratégicas y económicas que deben tomarse para que la obra sea difundida; que van desde el mejor momento para sacar a la luz una obra hasta los contactos que deben hacerse con galerías internacionales. 

Tampoco se puede ir a todas las ferias, hay que ser selectivo, escoger. 

“También, pasa que cuando son jóvenes tú les pones $10 mil en las manos y se vuelven locos. Parte del proceso es aprender a administrarse”, abunda Otero, quien actualmente representa a artistas puertorriqueños como Arnaldo Roche, Ángel Otero, Michael Linares, Ramón Miranda Beltrán, Héctor Arce, Víctor Vázquez, Mónica Rodríguez, Carlos Betancourt y Allora y Calzadilla, entre otros. 

A muchos de estos los representa exclusivamente para el mercado puertorriqueño, aunque tengan relación con galerías en el exterior.

Al momento ya hay confirmadas unas seis exhibiciones para el año entrante que podrían convertirse en siete. 

“Siempre he sabido caminar cinco pasos hacia atrás para dar veinte adelante”, finaliza desde este espacio en construcción, en plena transformación.