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Abordan el doble discurso



viernes, 11 de mayo de 2007 
Héctor Aponte Alequín / Para Primera Hora

 


Qué malo cuando le dice “perra” a la mujer, cuando habla de matar al rival, cuando invita a una adolescente a hacer el amor por teléfono. Pero qué bueno es para hacer campañas publicitarias contra las balas perdidas, para aumentar ratings invitando a sus cantantes a programas de televisión dirigidos a la familia, para pegar discos incluyendo su ritmito en alguna canción.

El doble discurso que ataca al reguetón y sus exponentes, achacándoles la proliferación de “males sociales” y, por otro lado, lo alaba aprovechándose de su popularidad para intereses particulares, nace del hambre de dinero que fomenta la sociedad capitalista, al menos según lo entiende el rapero boricua Vico C.

“El capitalismo tiende a tirarle a lo que no le sirve hasta que se convierte en una máquina de dinero y entonces lo apoya. Siempre va a justificar lo que hace dinero y no le va a importar pisotear los supuestos valores morales que antes defendía, porque la meta es que los que no tienen el acceso a comprar lo que ven, quieran tenerlo, y crear un mundo de competencias salvajes”, expresó el cantante ante la mirada de aprobación de su colega salsero Andy Montañez y un público de más de un centenar de personas.

Víctimas del discrimen contra ese género musical, los dos amigos disertaron sobre las cuestiones que plantearon varias académicas en el foro Música, adolescentes y salud pública, llevado a cabo el miércoles en el Centro de Convenciones de Puerto Rico, en San Juan, como parte del Segundo Festival de Arte y Salud que presentó el Recinto de Ciencias Médicas (RCM) de la Universidad de Puerto Rico.

El evento consistió en discutir hasta qué punto es cierto que el reguetón provoca conductas de exclusión por clasismo, racismo, sexismo/machismo; conductas violentas y conductas autodestructivas como la adicción al alcohol, las drogas y las relaciones sexuales, traducidos en adolescentes embarazadas y propagación de enfermedades venéreas, resumió América Facundo, directora del Centro de Excelencia de la Escuela de Medicina del RCM.

“Puede ser que haya letras de reguetón que no nos gusten, pero lo que tenemos que hacer los padres es sentarnos a explicárselas a nuestros hijos. Eso nos obliga a estar más cerca de ellos, a tocar unos temas que a veces uno no se atreve. Ese ritmo hace un bien: nos une”, sentenció un siempre sonriente Andy Montañez.

Ésta es, de hecho, una de las estrategias para evitar los supuestos efectos negativos que pueda tener el reguetón en los niños y adolescentes, según las investigaciones que sintetizó la pediatra Rosario González, representante de la Escuela de Medicina del RCM.

La catedrática apuntó que los niños aprenden por imitación y que pasan por etapas en las que su pensamiento es mágico, concreto y abstracto.

“Se ha demostrado que la exposición a los vídeos musicales aumenta el riesgo de crear estereotipos falsos –casi todos relacionados con la raza negra y las mujeres–, y de involucrarse en actos violentos. Pero también se ha demostrado que, cuando los padres intervienen, ese riesgo es moderado con mucho éxito”, destacó la galena.

Lo mismo se debe tomar en cuenta, sugirió Facundo, en relación con las carátulas de los discos. Hizo a la sazón un análisis semiótico del álbum del rapero Miguelito.

“Miren la imagen que se asocia, la actitud de desafío, de confrontación. Miren los títulos: ‘Más grande que tú’ y ‘Móntala’, y piensen en la violencia de retar al otro de con que yo soy mejor, y con el contenido sexual que pudiera tener. Esto no es subliminal, es gráfico”, ilustró al aclarar que su intención no era juzgar al nene.

Vico C ofreció “varias soluciones: los géneros musicales radicales siempre van a seguir surgiendo”, dijo. 

“Lo que sí podemos cambiar es la educación en los hogares”, continuó Vico C al aceptar que, crecido en la pobreza económica, “a veces uno crea justificaciones para tirarles a los blanquitos, como hacía yo de chamaquito en Puerta de Tierra”.