Plaza de la Lealtad

 


La Plaza de la Lealtad fué construida en el 1897 por iniciativa del General y Gobernador Militar de Puerto Rico, Don Ricardo de Ortega y Diez, en los terrenos al final del Paseo de Covadonga.  En ella habría de levantarse la estatua de Don Ramón de Castro, en honor a la victoria ganada en la batalla del 1797 contra los ingleses comandados por Sir Ralph Abercombry, escenificada en el Puente del Agua, hoy Puente Guillermo Esteves. 

La inauguración de la Plaza de la Lealtad tuvo lugar durante las fiestas del Centenario del 1797, el 2 de mayo de 1897. De dicho evento nos narra Cayetano Coll y Toste lo siguiente:

LAS FIESTAS DEL CENTENARIO DE 1797
Con una alegre diana, ejecutada por las bandas de música de la guarnición y de Voluntarios, inauguráronse anteayer, domingo, al amanecer, las fiestas conmemorativas de la heróica defensa de esta Plaza, asediada hace cien años por una escuadra inglesa.

LA MISA DE CAMPAÑA.
Con razón pueden sentirse orgullosos por la brillantez y el éxito de la conmemoración la Junta del Centenario y su dignísimo Presidente el Sr. General Ortega, " alma de las citadas fiestas,'' como ya lo dijimos en otra ocasión y nos place repetir ahora.

Domingo era, y " no tendía aún el rubicundo Apolo las doradas hebras de sus hermosos cabellos sobre la ancha y espaciosa tierra," cuando ya despertaban a la Capital entera alegrísimas dianas.

A la obscuridad y quietud de la noche siguieron la luz del día y un inusitado y bullicioso movimiento de gentes. De 6 a 9 no cesó la ola humana de extenderse por Puerta de Tierra, especialmente en las inmediaciones todas de la plaza de la Lealtad, a cuyo alrededor flotaba una infinidad de banderolas y gallardetes, mecidos por el viento.

Junto á la sólida balaustrada, que se ha construido entre la plaza y la carretera, elevábase el santo altar, y sobre él la Purísima Concepción, protectora insigne de las armas españolas. En frente del altar habíase instalado una elegante tribuna. La mayor parte de los balcones de esta población ostentaban lujosas colgaduras y en los edificios públicos ondeaba el pabellón nacional. La naturaleza con sus más suntuosas galas, asociábase al júbilo de todos....

A la hora referida (las nueve de la mañana), formadas las tropas de la guarnición, Voluntarios y caballería de la Benemérita la izquierda del altar, empezó el augusto sacrificio de la Misa. Oficiaba el venerable Prelado, asistiéndole el Sr. Arcediano, Vocal de la Junta del Centenario, Don Baldomero Hernández, y el Sr. Prebendado Don Santiago Colón. La escuadra de gastadores del Batallón de Artillería rendía guardia de honor á la Reina de los Ángeles. Junto al altar estaban los Excmos. Sres. Gobernador General, Generales 2do. Cabo y de Marina, y demás Autoridades, Jefes y comisiones de todos los Institutos y Centros militares y civiles, y la Junta del Centenario. Desde la tribuna asistían al religioso acto la Excma. Sra. Generala, Marín, su gentil hija Pura y otras distinguidas damas de nuestra más selecta sociedad. En tanto, la justamente elogiada música del tercer Batallón Provisional llenaba el espacio de arrobadoras armonías.

LA PRIMERA PIEDRA del monumento al General Castro
Terminada la Misa, fué bendecida por el Sr. Obispo, y colocada en el centro de la plaza, en un hueco previamente abierto, la primera piedra del monumento, que en aquel sitio ha de erigirse al heroico General Castro. A un metro de profundidad descansa un tubo de bronce : él guarda un ejemplar de cada uno de los periódicos locales del sábado, varias monedas y el acta de la solemne ceremonia, suscripta por el Excmo. Sr. Gobernador General, el Reverendo Diocesano y la Junta del Centenario.

Después del imponente acto distribuyóse esta levantada y patriótica alocusión:
HABITANTES DE PUERTO RICO.
Acabamos de conmemorar una de las glorias nacionales, que registra la historia y honra grandemente á esta noble provincia. La defensa de la Capital, que terminó brillantemente el 2 de mayo de 1797, llevada á cabo por corto número de soldados del Fijo y los contingentes de Milicias y Urbanos, auxiliados por el pueblo, dirigidos, por su insigne Gobernador Don Ramón de Castro, cuya memoria tratamos de perpetuar en este momento, es una página imperecedera, que inspira el respeto y la consideración de todos los buenos españoles, ante esa muestra de lealtad y de amor á la Patria, de la que ya teníais dadas otras, no menos brillantes.

Vuestra actitud, al rendir este tributo á los que supieron conquistar ese timbre para vuestro escudo, prueba, una vez más, cuan merecedores sois de él, y que en circunstancias análogas, si, lo que no es de esperar, se repitiesen, os inspiraríais en idénticos sentimientos y con los mismos resultados, como no lo duda vuestro Gobernador General,
SABAS MARÍN.
Puerto Rico, domingo, Mayo 2 de 1897.
 

Desfile de las tropas despues de la misa del centenario de la defensa contra los ingleses. Carretera de Puerta de Tierra. Álbum de Puerto Rico.

Incontinente tuvo efecto el desfile de las tropas, que cruzaron marcialmente por delante de la tribuna, a donde habíanse trasladado los generales y sus acompañantes. . El desfile hizóse por este orden:
Tercer Batallón Provisional, Fijo de Artillería, Ingenieros, Provisional número 4, Voluntarios, Artillería de Montaña y Guardia Civil de Caballería. Grandioso fué el desfile....
¡Hurra por nuestros bizarrísimos soldados!  ...................

En reconocimiento de la fidelidad, amor y patriotismo de los vecinos de esta isla, se concedieron ocho gracias especiales. Se le otorgó a la ciudad de San Juan el derecho "...de orlear su escudo de armas" con estas frases "Por su constancia amor y fidelidad es muy noble y muy leal esta ciudad". 

El problema de la escazes de agua en la Capital era uno de los  desafíos al que se enfrentaban sus habitantes.  El caudal de la fuente de Aguilar de Miramar no era suficiente para satidfacer la demanda. Varios Gobernadores mostraron interés en que se trajera el agua desde Río Piedras, pero hasta el  1875 el problema persistía, por lo cual se usaba además, un pozo frente a la Plaza de la Lealtad.

El general Ortega no logró terminar las obras en la plaza de la Lealtad, pues fue el último gobernador español de Puerto Rico, ya que luego de la invasión del 1898 le sucedió la administración colonial estadounidense que colocó a Nelson A. Miles como gobernador del archipiélago.

Durante el mes de julio de 1939 se desarrolló un proyecto para embellecer los alrededores del Capitolio. Las obras incluían la reconstrucción de la Plaza de la Lealtad y la construcción de la Plazuela de Covadonga,  para que los vecinos puedieran disfrutar de sus momentos de ocio al aire libre.  

En años subsecuentes fué un lugar muy concurrido durante las celebraciones de efemérides y otros eventos, destacándose los bailes populares durante las fastuosas fiestas del Carnaval.  Pero más tarde fué cayendo en desuso debido al abandono y la falta de mantenimiento en los predios del Paseo de Covadonga y los jardines del Capitolio.  A la antigua Plaza de la Lealtad la substituyó el actual Monumento a Iglesias Pantín. En el 2006 fueron reacondicionados nuevamente  estos terrenos. 

Fuentes
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Cayetano Coll y Toste, Lealtad y Heroísmo de la Isla de Puerto Rico, La Ciudad de San Juan, Agosto de 1897, Pág. 329-
   337-338 .
-  Adolfo De Hostos,  Plaza de la Lealtad, Diccionario Histórico Bibliográfico Comentado de Puerto Rico,. Academia
   Puertorriqueña de la Historia, 1976, P.84

- Feliciano Alonso, Álbum de Puerto Rico, fotografías, 18- -?  
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Paul G. Miller, Historia de Puerto Rico" , Rand McNally, editor, 1947, pp. 221-237.
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El Mundo, las obras de embellecimiento en los alrededores del Capitolio, viernes, 28 de julio de 1939 .
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Salvador Rosa, ¿Te Acuerdas?, El Vocero. 15 de septiembre de 1975.