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El Castillo San Cristóbal lleva el nombre del promontorio en el Viejo San Juan donde se ubica. Todos los terrenos fuera de sus murallas eran considerados "extramuros". A un kilómetro de El Morro y a casi 45 metros sobre el nivel del mar, es la fortificación más extensa de San Juan y más grande de las Américas. Consta de dos grandes complejos: el castillo principal y las defensas exteriores. A diferencia de El Morro, que es la defensa de la bahía, San Cristóbal es la defensa contra ataques por tierra. Solo existía una sola puerta en sus murallas para entrar o salir de la ciudad. Fue puesto a prueba durante el ataque inglés en 1797, comandado por el almirante Sir Henry Harvey y el general Ralph Abercromby, cuyas 7,000 tropas no pudieron tomar la ciudad. La ciudad de San Juan estuvo bajo el fuego de las armas inglesas hasta el 30 de abril. El 2 de mayo de 1797 todos los barcos de la invasora flota inglesa levaron anclas, abandonando el bloqueo de San Juan, el cual resultó un completo fracaso. El comandante inglés, Sir Ralph Abercromby, en un intento de explicar este desastre, informó más tarde que los invasores habían encontrado al enemigo bien preparado, con una guarnición más fuerte que la esperada, protegidos por "sólida muralla y poderosas armas". Esta lucha fue diferente a los asaltos sufridas por la Isla en los años
1595, 1598 y 1625. Ésta fue de mayores proporciones. En la misma
participó casi toda la Isla desde cuyo interior se enviaron auxilios y se
colaboró, en una y otra forma, para derrotar al enemigo. En esta ocasión no fue la guarnición de San Juan, como en los pasados ataques, la que únicamente decidió la suerte de la colonia y de las
armas españolas. Participaron los demás pueblos también. Se pensó por primera vez en la necesidad de protejer la ciudad por tierra cuando las tropas inglesas dirigidas por el conde de Cumberland, arrasaron la ciudad en 1598. El ataque de los holandeses en 1625 confirmó la necesidad de defensas al este de la ciudad. En 1634 se comenzó la construcción del Castillo de San Cristóbal con un pequeño reducto triangular en la colina donde el gobernador Diego Menéndez de Valdés había propuesto la construcción de un fuerte hacía más de 50 años atrás. Se levanta la primera estructura en el lado frente al mar de la colina de San Cristóbal. El Fortín del Espigón, más tarde conocido como la legendaria Garita del Diablo, se convirtió en uno de los legados arquitectónicos más famosos al folklore puertorriqueño, debido a una leyenda que responsabiliza la desaparición misteriosa de unos centinelas de dicho puesto de observación a la nefasta figura del Diablo. No es hasta el 1678 que, según un plano del ingeniero Venegas Osorio, el tope de la colina presenta un reducto, que posteriormente se transformó en un baluarte cerrado enforma de torre llamado Caballero de la Santísima Trinidad o de San Miguel. Esta obra, que inició la edificación del fuerte de San Cristóbal fue meramente un complemento de la sección sur de la muralla diseñada y comenzada a construir en 1634 por el prestigioso ingeniero militar Juan Bautista Antonelli. Día tras día, cerca de 400 hombres-obreros, presidiarios, soldados del Regimiento de Toledo y algunos esclavos, laboraban arduamente para amurallar la ciudad. La mano de obra utilizada en construir la cadena de fortificaciones alrededor de la capital se cubrió además, mediante el envío a la isla de los presos y criminales condenados a trabajos forzados, convirtiéndose así la isla en prisión de las colonias españolas de América. También se utilizaron mexicanos de Yucatán y chinos, casi todos los cuales murieron en la obra. Los trabajos costaron casi millón y medio de pesos, cantidad muy elevada para la época, y obligaron a aumentar la guarnición y el armamento. Ya anteriormente. Puerto Rico era llamada «prisión y fortaleza», pero a partir de 1 785 el nombre lo tuvo mejor ganado. Terminado el amurallamiento en 1785, San Cristóbal se había transformado en un sistema de fortificaciones, de casi 11 hectáreas, ejemplo magnífico de los principios del siglo XVIII de defensa por tierra. Cada una de las estructuras del Castillo de San Cristóbal se complementan con múltiples líneas de defensa, baterías y bastiones, en varios niveles. Si el enemigo captura alguna línea de defensa, las restantes pueden seguir combatiendo sin mayores dificultades. El castillo principal contaba con su hornabeque, que consiste de una fortificación que se compone de un fuerte abaluartado, es decir, dos medios baluarte, unidos por su cortina y parten de un saliente de aquellos dos alas o líneas rectas de varia,longitud. Una cortina es la parte recta y extensa de la muralla entre baluarte y baluarte. Delante del hornabeque se encuentran el revellín de San Carlos y la Contraguardia de la Trinidad, ambos rodeados por fosos secos. El revellín es una obra exterior de fortificación, para proteger las puertas colocadas ordinariamente en el centro de una cortina. Más allá del foso está la plaza de armas, que conduce a una fortificación llamada El Abanico. Mirando hacia el mar desde El Abanico se puede observar a Santa Teresa, la batería de defensa de la costa norte y La Princesa, cuyos cañones ofrecían defensa de los ataques por mar y por tierra. Debajo de la explanada había galerías minadas subterráneas. La mayor parte de estas obras aún existen. Otras estructuras vitales del castillo, como el revellín de Santiago, el Bastión de Santiago y la muralla este en la esquina sureste fueron demolidas al ensanchar la ciudad hacia el este en el 1897. La parte más alta del Castillo de San Cristóbal es un caballero, una larga plataforma para cañones construida sobre el hornabeque. Su gran elevación fue factible debido a que se siguió uno de los principios mas importantes de la construcción de fortificaciones: proteger los cimientos de golpes directos y evitar que el enemigo pueda destruir las murallas. La base del caballero estaba protegida por el hornabeque; la base de éste por el revellín de San Carlos y la contraguardia de la Trinidad y éstos a su vez, por la plaza de armas. Descendiendo del segundo nivel a través de la rampa de artillería principal llegamos al patio interior ó plaza principal. Este era el lugar donde los soldados se reunían en formación por la mañana a recibir las órdenes del día y en conducían sus ejercicios militares. En esta plaza vemos la capilla de Santa Bárbara, patrona de los artilleros, así también como los cuarteles dormitorios para oficiales, las casamatas para los soldados de infanteria, la cocina, la letrina, los polvorines, la casa de la guardia, las prisiones y los pozos de agua. San Cristóbal adquirió su forma actual en 1765, cuando el mariscal Alejandro de O'Reilly designó como jefe de ingeniería al irlandés Thomás O'Daly, quien comenzó las obras que transformarían este castillo en la espina dorsal de un sistema de defensa mas amplio y mejorado. Destinó a ello un situado de México de cien mil pesos anuales, más tarde aumentado a ciento cincuenta mil. Veinte años después, el ingeniero Juan Francisco Mestre, quien dirigió las obras al morir O'Daly en 1781, convirtió el castillo en el más grande construido por los españoles en las américas. Durante el sigloXIX, San Cristobal fue modificado por los oficiales españoles. Antes y durante la segunda guerra mundial el ejército estadounidense añadió puestos de observación de hormigón para la modernización de las defensas.
Otro problema que O'Daly y Mestre confrontaron fue la construcción de una muralla que pudiera absober el impacto de las balas de un cañón de categoría de 24 libras, viajando a más de 1,000 pies por segundo. La solución que se ideó fue la construcción de murallas principales de los castillos como un emparedado de materiales duros- suaves-duros. El exterior de las murallas que confrontaban al enemigo, se hacían de bloques hechos a mano, de arena y piedra caliza, de un espesor mediano, disminuyendo en espesor de la base a la parte superior. El gran espacio entre la piedra exterior de la muralla y el interior de la misma estaba relleno con mampostería. Pedazos de piedra, ladrillos rotos y fragmentos de cerámica se mezclaban con morteros mojados compuestos de arena, cal y agua y se echaban entre las cavidades interiores y exteriores de las murallas, lo que al endurecerse se convertía en un relleno efectivo y económico. Si una bala de cañón agujereaba la piedra dura de la muralla exterior, la mampostería, al ser más suave podía absorber la energía que quedara, previniendo la penetración de la bala al interior del castillo. San Cristóbal contiene las características y principios de diseño de las fortificaciones europeas típicas de los siglos XVII y XVIII. Como ejemplo: los lados que dan cara a la posible llegada del enemigo, nunca ofrecen ángulo recto a la línea directa del ataque. Así, al lado este, o sea del mar, se extiende más que la del lado oeste, mientras, similarmente, la Batería de la Princesa, en el flanco izquierdo, deja al fuerte del Abanico al lado derecho y haciendo frente al flanco este. De esta manera se obliga al enemigo a atacar en ángulo oblicuo, cosa que daba a los defensores la posibilidad de crear fuegos cruzados y al cañoneo a varios niveles altos. El tratamiento de la topografía exterior, con desniveles y caídas de terreno inesperadas; con fosos y obstáculos, servía así
mismo, para crear confusión al enemigo, quien siempre estaría expuesto al fuego directo. Aunque la mayor parte de lo que se ve en el Castillo de San Cristóbal es diseño de los ingenieros O'Daly y Mestre, persisten aún restos de las obras que fueron realizadas durante el siglo XVII hasta el siglo XX. Éstas nos permiten estudiar la fascinante evolución de la ingeniería militar en el Caribe.
Fue declarado Patrimonio Mundial en 1983 por la UNESCO. El Sitio Histórico Nacional de San Juan es administrado, desde 1949, por el Servicio Nacional de Parques, Departamento de lo Interior. Referencias: Ver Bibliografía |