Fortín San Jerónimo

 

 



El Fortín  San Jerónimo es una pequeña batería defensiva de cuatro cañones ubicada en la playa del Boquerón, al este de la isleta de San Juan.  El nombre oficial del Fortín es “Fortín San Jerónimo del Boquerón”. No obstante, a través de los años, diversas personas y entidades se han referido incorrectamente al mismo como el “Fortín San Gerónimo”. Entendemos prudente aclarar este asunto ortográfico de manera, esperamos, definitiva; LexJuiris de Puerto Rico,Trasfondo Histórico, Fáctico y Procesal https://www.lexjuris.com/Servicios/2007-PC.pdf. La fortificación en la Punta de Boquerón es mencionada por primera vez en el reporte que el Gobernador Diego Menéndez (1582) enviara a la Junta de Puerto Rico en 1587. Según el reporte, Menéndez fortificó la Punta de Boquerón con una plataforma y trinchera de dimensiones suficientes para emplazar seis piezas de artillería, cuya misión era "proteger la segunda entrada de la bahía de Puerto Rico y evitar invasiones a la isleta de San Juan Bautista". Esta posición, reforzada pocos años después con setos de gruesos maderos, debió ser colocada para evitar desembarcar por la caleta en que está hoy el balneario del Escambrón. Propuso Menéndez de Valdés la construcción de una trinchera artillada en la playa del actual balneario, «disfrazada que no se eche de ver de fuera». 

Según Menéndez Valdés, el gobernador y alcaide del Morro,"En el Baluarte del Boquerón en que en 1587 se hallaban montados cuatro cañones en sus troneras, estaba protegido por encargo de su custodia, un caporal don doce soldados, y una por la constante de dia y noche, y cuidando que el Caporal tenga una llave para la entrada y salida de solo los que fueran autorizados para ello". De la disposición de sus fuegos y de su esructura nos dice que "tres de las troneras miran al Boquerón, distante 250 pasos, por donde también los enemigos podrían pasar gente a tierra. Y que han hecho una plataforma para seis piezas, no habiendo colocado más que dos de hierro, de que solo puede disponer y rodeandole de trincheras con o que parece bastante defensa para de presente, pero que convendría fuese todo de piedra pues la baña el mar" 

Entre los años 1591 al 1595 se construyeron varias posiciones temporeras y una de ellas fue El Boquerón. Durante el ataque de Drake, El Boquerón y el puente San Antonio fueron defendidos por 150 soldados y cuatro cañones, de un total de 15 piezas de artillería y 400 hombres destacados en las baterías del flanco este de la Isleta. Otras dos baterías, aparte de El Boquerón y la del puente San Antonio eran: La caleta del Cabrón, ubicada entre la punta del Escambrón y El Boquerón, y la ensenada del Morrillo en el extremo oriental de la Isleta. (
Fray Iñigo Abbad y Lasierra). En 1591 el capitán Pedro de Salazar, quien había sido comisionado por el ingeniero militar Juan Bautista Antonelli, demolió todas las obras, trincheras y reductos levantados por el gobernador Valdés en la parte este de la isleta de San Juan. Esta acción resultó ser un error militar garrafal, como lo comprobaron los ataques de Drake y Cumberland en 1595 y 1598 respectivamente, puesto que resultaba clave para la defensa de San Juan que la ciudad fuera  inexpugnable ante un ataque por tierra. La experiencia ganada en los ataques de los ingleses y holandeses, demostró que Menéndez había actuado con buen criterio, eligiendo las posiciones que había fortificado con asombroso acierto. Lo extraordinario es que este oscuro veterano de las guerras de Flandes e Italia viera el problema de la defensa de San Juan en relación con el factor geográfico antillano. Con singular penetración y con un avanzado criterio estratégico, Menéndez Valdés argumentó, en 1587, un plan de defensa de la ciudad basado en la posición de Puerto Rico con respecto a las demás islas del archipiélago, en la accesibilidad de su puerto principal por efecto de los vientos reinantes y otras condiciones que afectaban la navegación en el mar Caribe. Este Fortín detuvo el ataque del inglés Sir Francis Drake en 1595. 

Durante el ataque de Sir George Clifford, Conde de Cumberland, había dos posiciones fortificadas en el área. Cumberland se refiere al Boquerón como "bastión", mientras Layfield, el cronista de esta memorable expedición, lo consideraba "un fortín pequeño". El otro punto fortificado se encontraba en el puente San Antonio. Layfield hace referencia al "fuerte" o "bastión" como "Fuerte Rojo" y "Mata Diablo". Esto sugiere una estructura construida en ladrillos rojos o una de madera pintada en ese color. El nombre "Mata Diablo" quizás surgió cuando los españoles creyeron haber matado a John Hawkins con el fuego de sus cañones durante el ataque de Drake. El ataque de Cumberland en 1598 causó daños tan severos a las fortificaciones que le fue posible a las fuerzas invasoras desembarcar sin ninguna dificultad. Cincuenta mosqueteros intentaron infructuosamente de detener la invasión.

En 1608 el gobernador Gabriel Rojas reedificó el fortín y en 1609 le nombra San Jerónimo del Boquerón. No fue una casualidad, ni una simple “moda”, nombrar las fortificaciones con nombres de santos. Los españoles bendecían las estructuras de esa manera. Sin embargo, también había un mensaje de reto tras ese hecho. Resaltaba con orgullo la fortaleza del catolicismo que resistiría todo embate de las incursiones del enemigo protestante.

En 1625, durante el ataque holandés por Boudewijn Hendricksz, el gobernador Juan de Haro consideró de suma importancia la defensa de la punta del Boquerón, ya que temía una repetición del asalto por Cumberland. Impartió órdenes para la transferencia de dos piezas de artillería desde El Morro, para reforzar el "puesto" del Boquerón. Se levantaron trincheras, donde un gran número de soldados fueron destacados. En 1768 se le hizo el almacén de pólvora y el cuerpo de guardia, que están al Oeste del castillejo. Las obras se aumentaron en 1635, finalizándose en 1788, precisamente el día en que se juraba en la plaza á Carlos IV; y tomando el fuerte el nombre de castillo de San Jerónimo. (Pedro Tomás de Córdova)

Para el 1788 el ingeniero militar Don Ignasio Mascaró y Homar estuvo a cargo de las reparaciones a los daños causados por el terremoto de 1787. La fecha dada para la terminación total de la obra según Adoldo de Hostos fue en 1788, o 1771 según Edward A. Hoyt. Por el informe de la «Junta de Fortificación y Defensa de Yndias», Madrid 8 de septiembre 1792, sabemos que el gobernador de San Juan, don Miguel Antonio de Ustaríz, proponía en sus representaciones 6 de julio y 30 de agosto de 1790 e incluso en la de 30 de mayo 1790, se mejorase el «fuerte arruinado de San Gerónimo»: «Propone se construya en lugar del Fuerte arruinado de San Gerónimo, otro de mayor estensión con Batería alta, Plaza baxa. atoxamiento para Oficiales, y Tropa, repuesto de pólvora, y un Puente de Comunicación que le asegure de las mareas y marejadas del Norte» “‘Las nuevas obras de refuerzo del Castillo se aprobaron por real orden de 30 de octubre de 1791, y la propia «Junta» las consideró de tanta importancia «que no deberían demorarse por motivo alguno»
(Juan Manuel Zapatero)
Existe además evidencia de que en 1792 el ingeniero militar español trabajó en San Jerónimo preparando la instalación contra un ataque británico que finalmente ocurrió en 1797.

El Fortín de San Jerónimo, y el cercano Fortín de San Antonio, fueron puntos claves para defensa de San Juan durante el ataque inglés en 1797, al mando  de el almirante Sir Henry Harvey y el general Ralph Abercromby.  La guarnición de Puerto Rico se encontraba incompleta, debido a que más de la mitad de los soldados aprestados a las defensas, por un plan acordado en 1793, se encontraban en La Española haciendo frente a las tropas de Toussaint Louverture, quien se habia rebelado junto a sus compañeros esclavos contra los franceses que ocupaban una parte de dicha isla. Las fuerzas con que se contaba para la defensa en la Isla, eran sobre doscientos soldados veteranos del Regimiento Fijo, las demás eran milicias y urbanos. Las milicias en toda la Isla eran quince compañías de Infantería, dos de Artillería y cinco de Caballería; en total sobre cuatro mil combatientes. Los urbanos, sólo con lanza y machete, próximamente dos mil. Los franceses ciento diez, formando dos agrupaciones. De estas fuerzas, las que estaban ó acudieron á la Capital, podemos por el Diario de las operaciones y otros datos, calcular su número. Estaban en la plaza el Regimiento Fijo con contingente aumentado; tres compañías de milicias de Infantería, de las quince que había; las compañías de Artillería con la gente útil ; la que se armó de blancos y negr os y la que entró en los distintos días, la estimamos en un total, próximamente, de cuatro mil hombres. El Inglés tenía sobre seis mil hombres, sólo de desembarco, lo que nos daba una desigualdad en el contingente de una tercera parte. (
Lealtad y Heroísmo de la Isla de Puerto Rico 1797 1897)

Estos desembarcaron el día 18 de abril por Loíza, en las cercanías de la ensenada de Cangrejos, con una fuerza de 6,000 soldados y 2,000 negros y mulatos reclutados en Martinica y Barbados. Trescientos hombres bajo el Coronel Linares enfrentaron a los invasores sobre la playa cerca de Cangrejos, pero tuvieron que retirarse hacia el fuerte de San Antonio ante la superioridad numérica del enemigo. Para atacar a los ingleses se formaron en Río Piedras grupos de voluntarios. No había soldados ni armamentos, el pueblo, o sea los pescadores, los carboneros, los campesinos y los mulatos de las zonas rurales alrededor de San Juan, se unieron para defender una nueva causa, nuestra nacionalidad. Los nuestros, luchaban de noche, ya que no tenían armamentos. Usaron palos, machetes y lanzas, por lo que la lucha fue una "a lo bravo", con el corazón. Entre ellos se destacó el sargento José (Pepe) Díaz, del pueblo de Toa Alta, considerado el primer héroe nacional puertorriqueño, que murió en el combate final. Antes de ese suceso se era de una raza o de otra, pero en la batalla contra los ingleses vecinos de Piñones, Loíza y gente de Cangrejos y otros de Toa Baja y gente de casi cualquier lado, liderados por Pepe Díaz, vinieron a luchar por nuestro territorio. Entre tanto, cuando el Gobernador Castro rehusó una demanda de rendición, los barcos ingleses establecieron el bloqueo del puerto de San Juan.

El puente de Martín Peña que impide el acceso al interior, y los fuertes de San Antonio y San Jerónimo defendiendo los accesos a la capital, fueron el escenario de fieras batallas. Cuando la escuadra naval de 60 barcos
* y 3,910 hombres al mando de el almirante Sir Henry Harvey y el general Ralph Abercromby atacaron, los soldados españoles en San Jerónimo, bajo el mando del Teniente Coronel Don Teodmiro del Toro, ayudante de las milicias disciplinadas, resistieron y forzaron la retirada de los ingleses. 
*A pesar de ser este ataque uno de los mejores documentados en la historia militar de Puerto Rico, existen también discrepancias en cuanto al número y composición de las fuerzas atacantes.

El número de navíos en la flota de Harvey varía de acuerdo a la fuente utilizada. Salvador Brau alega que la flota estaba compuesta por "sesenta velas"). Julio L. de Vizcarrondo, en una nota del editor al libro de Ledrú, pone el número en "72 barcos" . Por otra parte, Hoyt alega que había "sesenta barcos en total" . Finalmente, el doctor Zapatero, un estudioso de las acciones bélicas en el Caribe, asevera que la flota de Harvey consistía de "68 buques" . A pesar de la variación en cuanto a número de navíos, no podemos negar que la escuadra de Harvey era imponente y debió haber hecho pensar mucho a los defensores de la Isla. (Coronel Héctor Andrés Negroni-Historia Militar de Puerto Rico)

Con el fin de poder ganar acceso a la ciudad el enemigo tendría que destruir los fuertes de San Jerónimo y San Antonio que le cortaban el paso. Para deshacerse de estos obstáculos los británicos construyeron trincheras y establecieron baterías en los cerros del Condado y del Olimpo, tratando de dominar así los dos fuertes. En la defensa de los castillejos y de la plaza ayudaron grandemente las fuerzas de marina al mando del capitán del puerto, Juan Hurtado. Con el fuego de las baterías, ayudados por dos gánguiles y un pontón con morteros colocados debajo del puente de San Antonio, se obstaculizaron las operaciones de los sitiadores.

"El enemigo incomodaba también bastante el fuerte de S. Gerònimo con los fuegos de la batería del Rodeo, que dirigía tanto á él como al puente. El comandante D. Teodomiro del Toro esforzaba los trabajos para reparar con sacos y barriles de arena el descubierto que experimentaba en su castillo por la parte que miraba á la citada batería enemiga; y para precaver los daños de las bombas y granadas que caían en él con frecuencia, hizo llenar de arena las azoteas que correspondían al cuerpo de guardia y demás cuartos inferiores. Era incesante el trabajo que ofrecían aquellos castillos á sus comandantes para remediar las ruinas á que el fuego enemigo los tenia reducidos". (Pedro Tomás de Córdoba/1830)
(Pedro Tomás de Córdoba/1830)

El Consul francés, M. Agustín París, ofreció al gobernador sus servicios y los de doscientos compatriotas suyos. De Castro también aceptó los servicios de dos corsarios franceses que se hallaban en puerto, "Le Triomphant" y "L'Espiégle" . De los franceses, solamente pelearon cincuenta en el castillo de San Jerónimo, a las órdenes de M. Barón y sesenta que maniobraban en el campo volante, teniendo por jefe al mismo cónsul de su nación. Entre los ciudadanos de la primera República Francesa que ayudaron eficazmente en la defensa de Puerto Rico se debe menciónar a M. Daubón, capitán del corsario "L'Espiégle"; Lobeau, dueño del corsario "Le Triomphant"; Bernard, artillero de San Jerónimo; Hirigoyan, Chateau, Roussell, Larrac, Mallet; y los médicos y practicantes a las órdenes del cirujano mayor del ejército de defensa, el doctor Francisco Oller y Ferrer, que se ocuparon en la sanidad militar. Algunos de estos franceses prefirieron establecerse aquí y constituir familia; y sus descendientes viven en la actualidad en el país. (Paul G. Miller)

Como dato para la Historia debemos consignar que los peñascos que actualmente se encuentran entre San Jerónimo y el Condado fueron lanzados allí por una tremenda explosión de más de 100 hornillos de minas, voladas en 1797 por los ingenieros militares de San Juan con el objeto de impedir la entrada por aquel sitio de las naves enemigas cuyo ataque se temía.

La ciudad de San Juan estuvo bajo el fuego de las armas inglesas hasta el 30 de abril. El 2 de mayo de 1797 la flota inglesa abandonó el bloqueo de San Juan y levó anclas.

Sin embargo, luego del ataque el Fortín San Jerónimo quedó en ruinas. Adolfo de Hostos reseña su reconstrucción en 1799. En un reporte de Tomás Sedeño fechado 31 de diciembre de 1801 se indican las obras de demolición y reconstrucción del reducto. Se emplazaron cinco cañones en la batería de San Ramón que batían el mar entre el puente y San Jerónimo, donde el año 1898 se construyó el cuartel defensivo de igual nombre, con cinco piezas de bronce retrocarga de 12 centímetros que se salvaron del navío Antonio López; al fuerte de San Jerónimo se le aumentaron dos troneras hacia el mar y dos contra el puente; se hizo otra batería de tres piezas entre San Jerónimo y el Escambrón y se construyó este baluarte, próximo al cual se ejecutaron obras para moderna artillería y quedaron emplazados tres obuses Ordóñez de 24 centímetros poco antes de cesar en esta isla el gobierno de S. M. C. Estos fuertes, baluartes y baterías estaban unidos  por un camino cubierto y con fosos inundados. (Ángel Rivero Méndez)

Durante la guerra hispanoamericana estuvo al mando  del capitán puertorriqueño Policarpo Echevarría. En San Jerónimo estaban destacados 2 oficiales y 51 soldados del Batallón Principado de Asturias. Para entonces contaba con solo 2 cañones útiles, antiguos de bronce de 16 cm. En 1832 Miguel Luciano De La Torre y Pando dispuso que la tortada sobre el puentecillo fuera desbaratada y vuelta a construir, al igual que la de la plaza baja y las dos rampas. Se reparó la azotea del cuerpo de guardia, se instalaron un asta de bandera, cuatro puertas y tres ventanas nuevas y compuesto el aljibe, la escarpa y retreta, y concluida la reparación del parapeto que une a este castillo con la primera línea. Además se picaron, embonaron y sacaron a plana trozos de paredes y parte del hormigón intermedio.
(Pedro Tomás de Córdova)
 

En agosto de 1899 el huracán San Ciriaco destruyó el edificio que albergaba los cuarteles para los oficiales. Otra edificación posterior en el mismo lugar, construida por las tropas norteamericanas a comienzos del siglo 20 fue desmantelada en 1949.

El fortín, tras la Guerra Hispanoamericana, pasó a manos estadounidenses, que instaló allí una estación de radio. A través de un sospechoso acuerdo que llegó a ser avalado por el Tribunal Supremo de Estados Unidos, el oficial de la Marina que comandaba la estación de radio de la capital, Virgil Baker, recibió en julio 15 de 1921, un contrato de arrendamiento, al precio nominal de $1.00, por 999 años del fortín y 12 acres en una franja de terreno conocida como la San Gerónimo Naval Reservation, donde eventualmente se construyó el Hotel Caribe Hilton. Un pequeño puerto para botes fue construido luego del 1921.  Sobre la antigua estructura el oficial construyó su casa y en 1947 vendió los solares a la Administración de Fomento por $400,000. Se negó a entrar en un acuerdo para la batería militar, aunque ésta finalmente fue traspasada al ICP a principios del 2000 luego de décadas de uso por parte del hotel como un centro para realizar actividades. Al día de hoy, el hotel presenta al fortín en sus folletos publicitarios como uno de sus principales atractivos.(Francisco Rodríguez Burns)

Según el antropólogo y director ejecutivo fundacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1955-1973) Ricardo Alegría y creador del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe en 1977, es en 1946 que el gobierno de Puerto Rico adquiere el Castillo con sus terrenos adyacentes del Ejército de los Estados Unidos, quienes se los habían apropiado al igual que los demás castillos del Viejo San Juan, durante la Guerra Hispanoamericana de 1898. El 18 de noviembre de 1949, se emitió una resolución en el caso Puerto Rico v. Baker, Caso Núm. 307 (Tribunal de Expropiaciones de San Juan 1949), sobre  expropiación forzosa, cuyo propósito era la restauración, reconstrucción, conservación y mantenimiento del monumento histórico que era el Fortín. Como resultado de la expropiación, se segregaron de la Finca 196, Folio 45 del Tomo 9 de Puerta Tierra, los terrenos del Fortín, y se inscribió el dominio de éstos a favor del Pueblo de Puerto Rico como Finca 389 al Folio 127 del Tomo 19 de Puerta de Tierra, con un área total de 10,309.55 metros cuadrados, de los cuales 3,360.448 metros cuadrados eran tierra firme y 6,949.102 metros cuadrados eran tierras sumergidas. 


En el año 1959, el Fortín pasó del Municipio de San Juan a la custodia del Instituto de Cultura Puertorriqueña,5 bajo la dirección del Dr. Ricardo Alegría, quien realizó mejoras al mismo y lo convirtió en el Museo de Historia Militar de Puerto Rico. Además, el 27 de abril de 1959, se promulgó la Orden Ejecutiva Núm. 510 de 1959, Boletín Administrativo Núm. OE-1959-210, para que el Secretario de Obras Públicas transfiriera libre de costo una parcela de aproximadamente 0.359 cuerdas de terreno, propiedad del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, la cual formaba parte del antiguo arrendamiento de Baker, donde radicaba el Fortín, y que estaba adyacente a los terrenos donde ubicaba el Hotel Caribe Hilton, y cuyo valor era de $10,000.00. La Compañía de Fomento Industrial se proponía adquirir dicha parcela con el propósito de hacer posible una mejor integración de los alrededores del Hotel Caribe Hilton y facilitar además un acceso adecuado al Fortín con el cual se complementara el proyecto de restauración de dicho Fortín. Véase Orden Ejecutiva Núm. 510 1959, Boletín Administrativo Núm. OE-1959-510.
((D. J. Consulta Núm. 07-130-B 11 de diciembre de 2007 )

Alegría pensó que el fuerte sería el lugar perfecto para establecer un museo de la historia militar y naval de la Isla y puso manos a la obra. Los trabajos comenzaron enseguida y el museo abrió sus puertas en 1963 con varias salas en las que se exhibían uniformes militares de distintas épocas, armas de todo tipo y mapas de la Isla. También se exhibieron documentos que aludían a los cinco grandes momentos de la historia militar de Puerto Rico: la guerra entre los conquistadores y los indios en 1511; los ataques de Drake y Cumberland a San Juan (1595 y 1598); el ataque holandés (1625); el ataque inglés del 1797 y la Guerra Hispanoamericana (1898). Había asimismo una sala de cartografía y de historia de la ciudad y modelos a escala de barcos españoles: carabelas, galeones y fragatas de guerra. Se reprodujeron la capilla y una cocina.

En la restauración del fuerte para el ICP, intervinieron los arquitectos Eladio López Tirado y Franz Loesche y, en la instalación de los objetos, los artistas Luis Hernández Cruz y Carlos Marichal. La selección de objetos y el plan de exposiciones fue obra de don Ricardo. Dos militares, el capitán Manuel Zapatero y el coronel Manuel Ballesteros, fueron sus asesores.(Carmen Dolores Hernández).

Estos trabajos fueron muy elogiados, así como su restauración, por personas e instituciones especializadas; así como por el National Historic Preservation Office de Washington, D.C., la principal institución americana a cargo de la restauración de monumentos históricos.(Ricardo Alegría)

Ese museo fue desmantelado por administraciones sucesivas del ICP.  El cierre del Museo, a finales de la década del 1980, significó un acceso restringido y parcial y olvido por el público. En búsqueda de un mejor y más sostenible manejo, el Instituto firmó acuerdos con el Hotel Caribe Hilton, que ofrecería unas ciertas garantías de seguridad y mantenimiento regular al Fuerte. Por su parte, el Instituto debería de mantener la instalación museográfica y responsabilizarse por el mantenimiento de mayor envergadura. Durante la vigencia de estos acuerdos, el Fuerte sirvió para recepciones y fiestas, quedando así para usos privados y nocturnos.

El Fuerte San Jerónimo del Boquerón es uno de los recursos culturales más importantes del corredor histórico marítimo del Canal de San Antonio, de la isleta de San Juan y de la isla de Puerto Rico. Este recurso es evidencia de los últimos cuatro siglos de actividad humana en el lugar. Así, el Fuerte de San Jerónimo del Boquerón ha sido reconocido como propiedad de valor histórico-arquitectónico por el Gobierno Federal al ser incluido en el "National Register of Historie Places" en Washington D.C. - primero individualmente, el 11 de octubre de 1983, y luego como parte del conjunto de la Línea Avanzada de San Juan. Actualmente, el Fuerte espera por una decisión a su nominación para designarlo - en conjunto con las otras propiedades de la Línea de Avanzada - como un Hito Histórico Nacional ("Nalional Historie Landmark") de los Estados Unidos. Su valor histórico es, además, comparable al Fuerte El Álamo en San Antonio, Texas. Sin embargo, en el caso del fortín las batallas fueron ganadas por los defensores.
 
Aunque el Instituto cuenta con recursos para realizar las obras de reconstrucción y conservación en el interior del Fuerte, así como a su puente de acceso y el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos, así como el "National Park Service", han establecido como prioridad atender un rompeolas para salvaguardar los cimientos del Fuerte y el remozamiento de los muros exteriores, respectivamente, las obras no se pueden realizar en este momento en tanto el Fuerte quedó aislado de acceso directo a las vías públicas. Esto es, el Fuerte está completamente rodeado de propiedad privada y se condiciona el acceso al mismo. (Resolución Conjunta del Senado 79; 23 de octubre del 2006).
 

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Johnny Torres Rivera
2008