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Ranchón El Laberinto en la calle San Agustín.
Housing Conditions of Laborers in Porto Rico, 1914

 


Los Ranchones

 

El ranchón significó un cambio en la manera de construir ya que implicó la construcción de elementos repetidos. Eran viviendas que ofrecían las condiciones básicas para habitar con dimensiones reducidas. En la elaboración de este tipo edificatorio, participaron arquitectos como Patricio de Bolomburu, responsable de otros proyectos de escala doméstica en la ciudad, además de maestros de obra como Armando Morales y los mismos propietarios como Francisco Molina, Pío García de la Iglesia y Simón Gómez.

El ranchón, también conocido como barracón o casa de habitación, consistía de compartimientos estrechos y profundos, orientados hacia el espacio público de la calle y hacia el patio interior donde se formaba un pequeño vecindario. El frente tenía un balcón, que servía de acceso y de elemento de transición entre la calle y la vivienda. Era también la entrada al zaguán, que daba acceso al patio y a las viviendas del interior. Una vez en el interior del patio, la mayor parte de las viviendas carecía de balcón, entrándose directamente del espacio común a través de una escalera que separaba la vivienda de la tierra. A pesar de la acumulación de basura y agua, tanto de los desagües del lavado de ropa como de las cocinas y baños, los malos olores y la presencia de animales, allí se desarrollaba una vida intensa, tratándose, como sucede en este tipo de edificación, de un espacio que complementaba el exiguo espacio interior.  Este patio común y las galerías eran utilizados como espacio de trabajo para lavanderas y pequeños artesanos, estaban localizadas las duchas y servicios sanitarios comunales, mas espacio de almacén, además de servir como lugar de socialización.

El trabajo de las lavanderas se veía afectado por la humedad y la lluvia que tornaba fangoso e inutilizable el patio y lo convertía en “foco de paludismo”. Las mujeres lavanderas, necesitadas de mejores condiciones ambientales para llevar a cabo su trabajo, formaron el Gremio de Lavanderas de Puerta de Tierra. A fines de siglo, en 1895, el gremio fue parte integrante de las muchas huelgas y protestas que se desarrollaron en la isla como resultado de la difícil situación económica provocada por la crisis inflacionaria. Entre sus líderes se destacaron Sandalia Torres, Edubige Pimentel y Ángela Pizarro. En 1900 solicitaron la construcción de lavaderos públicos, proyecto que ya había sido aprobado desde el siglo anterior. Aunque no hay evidencia de su construcción, el incidente da indicios de la organización y el sentido de comunidad que se logró en el barrio para mejorar las condiciones de vida.

 


Tomada de la foto: San Juan from Wireless Telegraph. A. Moscioni, c 1914.

 

El patio vino a ser un espacio público alterno que, al estar contenido y aislado de la calle, permitía que los usuarios tuvieran un sentido de control y territorialidad que por su condición de pobres y desposeídos no les era posible en otras partes de la ciudad. Allí se desarrollaron una serie de callejones y pasillos que daban acceso a otros habitáculos, cuartos o viviendas. Eran construcciones improvisadas añadidas para aprovechar todo el terreno disponible, donde cada recoveco era arrendable. Mientras en intramuros, por la limitada extensión de los solares, el espacio rentable salía principalmente de la subdivisión y fragmentación de espacios ya construidos y la utilización de azoteas y espacios comunes como los zaguanes, en Puerta de Tierra los patios proveyeron ese espacio adicional para ampliar la oferta y aumentar la ganancia. A medida que aumentaban las posibilidades de especulación, los patios así como la privacidad se fueron reduciendo a la vez que se agravaba el hacinamiento.

Siendo el ranchón una edificación construida con propósitos especulativos llama la atención la elaboración de algunas fachadas frontales. El uso de elementos decorativos y el fraccionamiento de los mismos en edificios más pequeños les hacía parecer más como casas grandes que como edificios de apartamentos. 

Por su localización en la ruta de entrada hacia lo que todavía era el centro del poder de la ciudad y del país, Puerta de Tierra se convirtió además en un espacio simbólico.  Por su forma alargada se desarrolló como un asentamiento lineal dividido en franjas formadas por las vías de acceso como la carretera y las calles locales y la vía del ferrocarril. Esto permitió acomodar en este sector no sólo los vecindarios de diverso tipo y los espacios para la industria y el comercio sino, de manera independiente, los edificios institucionales, así como los arrabales, localizados fuera de la vista de las calles principales. 

 


Foto: 1923, War Department, Army Air Forces-National Archives at College Park.

 

En 1898 Manuel Gestera Fraga pide permiso para construir una enorme estructura de madera con techos de hierro galvanizado subdividida en 16 piezas de alquiler. Cada pieza tiene tres habitaciones de dimensiones parecidas. La fachada a la calle Pelayo, una de las calles perpendiculares, refleja el desnivel del terreno que baja hacia el caño de San Antonio. El balcón frontal está interrumpido a intervalos regulares para dar paso a las escaleras de acceso a las piezas. En la parte posterior existe otro balcón corrido. Las puertas están rematadas con cornisas sencillas (AGM, 5620.6). Con el correr del tiempo se le conoció como El Tesoro. La estructura se puede apreciar al fondo en el grabado "Cortaron a Elena", del pintor Rafael Tufiño. En este ranchón vivió durante su niñez el artista junto a su abuela. (Johnny Torres)

Entre los ranchones más grandes que existieron podemos mencionar además del  El Tesoro, el ranchón conocido como El Laberinto, que perteneció en la década de 1890 a Martín Bellver, dueño de un horno en Puerta de Tierra. El plano firmado por el arquitecto municipal lleva el título de Casa de vecindad. Ese término se usó indistintamente con el de ranchones de alquiler para familias. Se trata esta vez de un gran complejo de viviendas que ocupa dos solares. Colinda al norte con la carretera y al sur con la calle de San Agustín, en el sector central de la Isleta. El complejo está dividido en tres estructuras, dos de igual tamaño y una de mayor proporción. En conjunto alberga 14 unidades de dos habitaciones cada una. Las unidades que dan frente a la calle tienen balcón corrido con adornos de madera calada; la ubicada en el centro del solar carece de balcón. En el patio se localizan dos retretes comunales, uno para hombres  y otro para mujeres (AGM, 5618.5)

El "83" quedaba al lado del Hotel Aymat, en la calle San Agustín, parada 5. ; El Tesoro, en la calle Pelayo; El Bazán casi al final de la calle San Agustín, El Caribe, en la calle San Agustín, parada 5; Los Espíritus, en la avenida Ponce de León, parada 7  y La Beneficencia,  construido alrededor de 1914 por el Sr. Villaverde, en la parada 7 al norte, frente a la escuela Martin G. Brumbaugh. (Johnny Torres Torres)  

Ref: San Juan Tras La Fachada.
Edwin R. Quiles.